Plumazos del domingo 10 de septiembre de 2023
Apuntes de justicia y literatura de Javier Calderón y Vaclav Masek.
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Apuntes sobre la Justicia (Parte 3 de 3)
Javier Calderón
“En esta vida, existen injusticias, cosas que observas y que sabes que no están bien. Defender a otras personas es importante. Ser voleador de vida es básico para sentirte bien contigo mismo. Has de ser rápido y devolver las injusticias rápidamente. Cuando veas una situación que te parezca incorrecta, reacciona. Sé voleador de vida y el universo te aportará voleadores de vida.”
(Albert Espinosa)
Lee aquí Parte I y Parte II.
Un pila la libertad es la educación pública. Uno de las grandes preguntas para afianzar el nuevo tipo de gobierno durante y después de la Revolución Francesa fue como hacer para que los franceses dejaran de creer en aquellas ideas, promovidas por la Iglesia Católica, que iban en contra de la creación de una sociedad liberal y cómo enseñarles a los franceses a ser liberales. De ese problema surgió la idea de crear un sistema de educación público y secular que le enseñara a los franceses, entre otras cosas, los principios de una sociedad libre, igualitaria y fraternal. En Europa, el Medio Oriente, Asia y Oceanía una fuente de radicalismo musulmán violento ha sido la educación privada, no necesariamente comercial, de mezquitas y mulás, para quienes la forma correcta de oponerse a los valores de los países occidentales es por medio de la violencia. Uso estos dos ejemplos para mostrar, no demostrar, que sin educación pública existe la posibilidad o riesgo de que los ciudadanos de un país no aprendan cuál es la importancia y requerimientos para vivir en un orden social, político y económico libre. Por supuesto, educación pública no significa que necesariamente el Estado tenga que proveer la infraestructura, los maestros y los insumos para educar a niños y jóvenes. Educación pública liberal sólo significa que una parte importante de los estudios de niños y jóvenes debe ser el aprendizaje y entendimiento de los principios y acciones necesarias para vivir y mantener una sociedad, política y economía libres.
Las redes sociales no favorecen la creación de una sociedad libre. En la arquitectura o estructura de la presentación de la información en las redes sociales, lo que prima no es un orden meritocrático en dónde el conocimiento más comprobado, verídico y racional se priorice ante el más antojadizo o aficionado. Las redes sociales están diseñadas para que el conocimiento que más se transmita sea el más popular, el que genera más gusto o disgusto. También, las redes sociales funcionan con algoritmos que favorecen que la información que le llega al usuario sea, supuestamente, solo aquella que el usuario quiera consumir -para maximizar el impacto de la publicidad- y que se descarte toda información que el usuario no quiera consumir. Así se crea una visión de túnel en la cual los algoritmos de las redes sociales eliminan la libertad de los usuarios de escoger, entre un caos de ideas, cual es la información que quieren consumir en un momento determinado. Y esta pérdida de libertad de seleccionar y elegir lo que queremos consumir favorece la reducción del conocimiento y entendimiento de la realidad social en que vive el usuario. Esto unido a un mecanismo en dónde la información más promovida es aquella que genera más gusto o disgusto y no aquella que sea más útil, verídica o racional, favorece el consumo de información de mala calidad. A su vez, la información de mala calidad ha alimentado el radicalismo político y con ello la erosión de la confianza social y, por tanto, la creencia y defensa de la libertad política, económica, social e individual como pilares de la política moderna.
La libertad requiere de libertad de expresión y de la responsabilidad de escuchar y tratar de entender las ideas que nos disgustan. La libertad se pierde cuando todos nos vemos obligados a pensar igual, ya sea porque otros nos obligan a pensar como ellos (totalitarismo arendtiano) o porque nosotros creemos que tenemos que pensar como los demás (totalitarismo foucaltiano). Aunque el pensamiento de grupo es útil cuando se basa en información útil y verdadera, corre el riesgo de volverse pernicioso si no es cuestionado y validado constantemente (Hayek). Por eso, la crítica es necesaria para que una sociedad libre pueda estar constantemente evaluando la idoneidad y veracidad de las ideas en que se basa el funcionamiento de su orden social (Popper). Pero, además, la libertad se basa en el principio y obligación de que escuchar y tratar de comprender opiniones opuestas o diferentes a las nuestras. En el momento en que la discusión pública es reemplazada por monólogos partidarios, entonces se pierde la posibilidad de evaluar y validar las ideas propias, de negociar pacíficamente el funcionamiento del orden social, de aceptar la derrota y de respetar al otro. La radicalización política depende de la irracionalidad de lo dicho y promovido, como de nuestra negativa irracional a escuchar las ideas que no nos gustan de los demás.
“La libertad se basa en el principio y obligación de que escuchar y tratar de comprender opiniones opuestas o diferentes a las nuestras.”
Escribo estas ideas con cierta premura, pero, a pesar de ello, intenté redactarlas lo más claro y correctamente posible, sin errores. Sin embargo, no son tuits a los que le tengan que dar “like” o “dislike”, ni tampoco son ideas escritas en piedra y que trate de imponerles. Mi deseo es únicamente que sirvan como puntos a partir de los cuales reflexionar y abrir una discusión pública sobre qué es el liberalismo guatemalteco y cuál debe y puede ser su aporte al desarrollo del país.
Tres novelas guatemaltecas imprescindibles
Vaclav Masek
Centrando las historias de un país marcado por narrativas oficiales contenciosas, Guatemala ha producido textos que aportan a la literatura universal una perspectiva única. A continuación, tres novelas cumbres que dan testimonio de una convivencia dolorosa a lo largo del último medio siglo.
Es casi imposible comprender la obra maestra del escritor maya kaqchikel Luis de León, El tiempo principia en Xibalbá (1985), sin conocer el contexto de lo ocurrido en Guatemala más o menos desde la década de 1970, o sin comprender el surgimiento de una nueva cultura de literatura maya contemporánea. Estos dos elementos informan cómo surgió su libro engendrado por el genio singular y las luchas personales de de Lion, quien eventualmente sería secuestrado por un escuadrón de la muerte el 15 de mayo de 1984 y posteriormente asesinado. A grandes rasgos, esta novela escrita entre 1970-1972 desmitifica y desarticula construcciones tradicionales y estereotipadas del mundo indígena en el discurso “indigenista,” es decir, la literatura sobre los indígenas escritas por no-indígenas. El tiempo principia en Xibalbá sigue las historias de Pascual Baeza, un indígena que deserta el ejército y vive experiencias de marginalización y racismo en la ciudad; y de Juan Caca, citadino al que sus padres, unos católicos devotos, lo llevan al seminario para que se haga sacerdote. La novela de de Lión contrarresta el indigenismo proponiendo un nacionalismo maya como discurso liberador y una alternativa política para una lucha anticolonial y antirracista en favor del mundo Maya e indígena en general.
La diáspora en el exilio es protagonista en la “nueva” novela guatemalteca. Héctor Tobar fue uno de los primeros guatemalteco-estadounidenses publicados en los Estados Unidos en documentar, retratar y centrar la naciente diáspora guatemalteca en Los Ángeles a través de la ficción tras el conflicto armado del país entre 1960 y 1996. Su primera novela, El soldado tatuado (1998), presenta un retrato complejo de la realidad social de la comunidad a medida que crecía dentro de la ciudad y lidiaba con el legado y trauma de la guerra. Haber nacido en Los Ángeles en 1963 y servir como periodista del LA Times le permitió presenciar y documentar la llegada masiva de inmigrantes guatemaltecos a la ciudad. La trama de El soldado tatuado sigue a dos hombres: Longoria, un niño indígena convertido en soldado que luchó para las fuerzas armadas de Guatemala durante el conflicto armado y ahora vive en la ciudad sufriendo de PTSD; y Antonio, un ladino de la Ciudad de Guatemala cuya esposa activista es asesinada por Longoria. Ambos ahora mayores, Longoria y Antonio se vuelven a enfrentar en su nuevo entorno urbano, reproduciendo el drama del conflicto en los días previos a los disturbios de Rodney King en 1992. Como ficción social realista, la novela describe la diáspora en sus primeros años, revelando una perspectiva “desde abajo.”
Por último, al ficcionalizar elementos históricos de la convulsa historia reciente, la novela guatemalteca supone un abordaje frontal ante los predicamentos humanos de la filosofía: la muerte, el fracaso moral y el sufrimiento. En El material humano (2009), Rodrigo Rey Rosa problematiza las implicaciones éticas de sondear un archivo policial secreto que trae al presente los sufrimientos del pasado. A través de la perspectiva en primera persona del protagonista, un escritor llamado Rodrigo, la novela desestabiliza nuestras suposiciones fáciles sobre la relación entre la verdad documental y las nociones de justicia y reconciliación. El material humano puede leerse como un itinerario de los encuentros del protagonista Rodrigo y las muchas formas conflictivas en que los individuos lidian con las dolorosas verdades del pasado. Cómo una autoficción, él lee reportes policiales y queda fascinado con el horror y la irracionalidad del modus operandi de la policía, tanto es así que registra algunos de los cargos bizarros y absurdos por los que las personas fueron arrestadas: “por ejercer la vagancia;” “por complicidad en robo de gallinas;” “por portar una honda de hule, un garrote y un cortaplumas.”