Apuntes sobre la Justicia (Parte 3 de 3)
Javier Calderón realiza su tercera entrega acerca del concepto filosófico aplicado en la realidad guatemalteca.
“En esta vida, existen injusticias, cosas que observas y que sabes que no están bien. Defender a otras personas es importante. Ser voleador de vida es básico para sentirte bien contigo mismo. Has de ser rápido y devolver las injusticias rápidamente. Cuando veas una situación que te parezca incorrecta, reacciona. Sé voleador de vida y el universo te aportará voleadores de vida.”
(Albert Espinosa)
Lee aquí Parte I y Parte II.
Un pilar la libertad es la educación pública. Uno de las grandes preguntas para afianzar el nuevo tipo de gobierno durante y después de la Revolución Francesa fue como hacer para que los franceses dejaran de creer en aquellas ideas, promovidas por la Iglesia Católica, que iban en contra de la creación de una sociedad liberal y cómo enseñarles a los franceses a ser liberales. De ese problema surgió la idea de crear un sistema de educación público y secular que le enseñara a los franceses, entre otras cosas, los principios de una sociedad libre, igualitaria y fraternal. En Europa, el Medio Oriente, Asia y Oceanía una fuente de radicalismo musulmán violento ha sido la educación privada, no necesariamente comercial, de mezquitas y mulás, para quienes la forma correcta de oponerse a los valores de los países occidentales es por medio de la violencia. Uso estos dos ejemplos para mostrar, no demostrar, que sin educación pública existe la posibilidad o riesgo de que los ciudadanos de un país no aprendan cuál es la importancia y requerimientos para vivir en un orden social, político y económico libre. Por supuesto, educación pública no significa que necesariamente el Estado tenga que proveer la infraestructura, los maestros y los insumos para educar a niños y jóvenes. Educación pública liberal sólo significa que una parte importante de los estudios de niños y jóvenes debe ser el aprendizaje y entendimiento de los principios y acciones necesarias para vivir y mantener una sociedad, política y economía libres.
Las redes sociales no favorecen la creación de una sociedad libre. En la arquitectura o estructura de la presentación de la información en las redes sociales, lo que prima no es un orden meritocrático en dónde el conocimiento más comprobado, verídico y racional se priorice ante el más antojadizo o aficionado. Las redes sociales están diseñadas para que el conocimiento que más se transmita sea el más popular, el que genera más gusto o disgusto. También, las redes sociales funcionan con algoritmos que favorecen que la información que le llega al usuario sea, supuestamente, solo aquella que el usuario quiera consumir -para maximizar el impacto de la publicidad- y que se descarte toda información que el usuario no quiera consumir. Así se crea una visión de túnel en la cual los algoritmos de las redes sociales eliminan la libertad de los usuarios de escoger, entre un caos de ideas, cual es la información que quieren consumir en un momento determinado. Y esta pérdida de libertad de seleccionar y elegir lo que queremos consumir favorece la reducción del conocimiento y entendimiento de la realidad social en que vive el usuario. Esto unido a un mecanismo en dónde la información más promovida es aquella que genera más gusto o disgusto y no aquella que sea más útil, verídica o racional, favorece el consumo de información de mala calidad. A su vez, la información de mala calidad ha alimentado el radicalismo político y con ello la erosión de la confianza social y, por tanto, la creencia y defensa de la libertad política, económica, social e individual como pilares de la política moderna.
La libertad requiere de libertad de expresión y de la responsabilidad de escuchar y tratar de entender las ideas que nos disgustan. La libertad se pierde cuando todos nos vemos obligados a pensar igual, ya sea porque otros nos obligan a pensar como ellos (totalitarismo arendtiano) o porque nosotros creemos que tenemos que pensar como los demás (totalitarismo foucaltiano). Aunque el pensamiento de grupo es útil cuando se basa en información útil y verdadera, corre el riesgo de volverse pernicioso si no es cuestionado y validado constantemente (Hayek). Por eso, la crítica es necesaria para que una sociedad libre pueda estar constantemente evaluando la idoneidad y veracidad de las ideas en que se basa el funcionamiento de su orden social (Popper). Pero, además, la libertad se basa en el principio y obligación de que escuchar y tratar de comprender opiniones opuestas o diferentes a las nuestras. En el momento en que la discusión pública es reemplazada por monólogos partidarios, entonces se pierde la posibilidad de evaluar y validar las ideas propias, de negociar pacíficamente el funcionamiento del orden social, de aceptar la derrota y de respetar al otro. La radicalización política depende de la irracionalidad de lo dicho y promovido, como de nuestra negativa irracional a escuchar las ideas que no nos gustan de los demás.
“La libertad se basa en el principio y obligación de que escuchar y tratar de comprender opiniones opuestas o diferentes a las nuestras.”
Escribo estas ideas con cierta premura, pero, a pesar de ello, intenté redactarlas lo más claro y correctamente posible, sin errores. Sin embargo, no son tuits a los que le tengan que dar “like” o “dislike”, ni tampoco son ideas escritas en piedra y que trate de imponerles. Mi deseo es únicamente que sirvan como puntos a partir de los cuales reflexionar y abrir una discusión pública sobre qué es el liberalismo guatemalteco y cuál debe y puede ser su aporte al desarrollo del país.