Plumazos del domingo 8 de octubre de 2023
Apuntes de migración y política de Vaclav Masek y Rafael Paiz.
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Eufemísticos “muros de prosperidad”
Vaclav Masek
Desde octubre de 2019, la Patrulla Fronteriza de los EE.UU. encontró más de 690,000 ciudadanos guatemaltecos en su frontera suroeste. Para explicar qué impulsa el movimiento masivo de diversas poblaciones y cómo gestionarla mejor, han emergido un conjunto complejo de narrativas interconectadas aunque a veces contradictorias. Un trasfondo dominante ha sido la presión sobre Guatemala para que detenga la migración irregular hacia el norte a través de la implementación de controles migratorios e inversiones para atender las “causas de origen” de la migración. Por eso, el presidente Alejandro Giammattei ha dicho que la única forma de detener la migración irregular no es erigir muros físicos en las fronteras, sino construir “muros de prosperidad” en Centroamérica.1
Las narrativas en muchas comunidades locales presentan la emigración como un salvavidas económico y una fuente de orgullo, a menudo considerando que las oportunidades disponibles en el país son inferiores a las que existen en el extranjero. La intersección de estas dos narrativas—controlar el flujo migratorio y subrayar la relevancia económica—revela algunas de las tensiones inherentes a la forma en que las sociedades comprenden la movilidad: a veces como un activo crítico y a veces como una amenaza desestabilizadora; algo que debe fomentarse y facilitarse, o algo que debe prevenirse.
En Guatemala existe un reconocimiento generalizado de que los migrantes que ganan dinero en el extranjero y envían remesas a casa es una estrategia fundamental de subsistencia y un medio de supervivencia. Por ejemplo, el Banco de Guatemala registra que en 2022 y que el PIB fue de US$74,420 millones. Las remesas familiares ascendieron a US$18,040 millones, representando un 24.2% del PIB.
Hoy, las cifras de todos los meses del 2023 ya son mayores que las del año pasado.
Las narrativas sobre el control migratorio se han generalizado ya que los gobiernos centroamericanos están atrapados entre las demandas de restringir la migración irregular y las obligaciones domésticas hacia sus propios ciudadanos. A medida que las crisis migratorias en Centroamérica se han vuelto más visibles y prominentes, se ha materializado en la región una estrategia política altamente securitizada que se centra en la aplicación de la ley y la seguridad, impulsada en gran parte por la presión para reducir la migración irregular que viene desde Washington. Hemos visto cómo los políticos centroamericanos han invocado las caravanas de migrantes para justificar mayores restricciones a la migración, aunque estas mismas caravanas también dieron lugar a contra-narrativas que instaban a la solidaridad y la compasión por los migrantes, así como a una tendencia contraria de algunos gobiernos al abogar por los derechos de sus ciudadanos en el extranjero.
Al mismo tiempo, la emigración también se presenta con frecuencia como una amenaza, tanto para los individuos como para la sociedad. Esto se debe no solo al peligroso viaje que emprenden muchos migrantes irregulares y la posible explotación que pueden enfrentar antes de llegar al destino, sino también porque se percibe que la emigración tiene el potencial de desestabilizar socioeconómicamente a los países de origen ya que las familias se separan y las comunidades pierden algunos de sus miembros más productivos. Las formas en que los diferentes actores comunitarios enfatizan estas amenazas o beneficios, desde políticos nacionales hasta agencias donantes y líderes, brindan una ventana importante sobre cómo se diseñan y reciben las políticas migratorias.
Cuando el gobierno habla sobre la reducción de la emigración mediante la creación de oportunidades económicas en el país, la población es proclive a exagerar la escala y la velocidad del éxito de las inversiones en desarrollo. La presión para efectuar cambios rápidamente puede estar generando expectativas poco realistas sobre la capacidad de los nuevos programas para reducir la migración irregular y crear oportunidades significativas de subsistencia para los posibles migrantes a corto plazo. Algunas investigaciones han demostrado que mejorar condiciones locales puede conducir a mayor migración y que los programas de desarrollo necesitan la participación de la comunidad para cambiar el cálculo de costo-beneficio en torno a la migración.2
El deseo de los guatemaltecos de emigrar sigue en aumento. Aproximadamente cuatro de cada diez hogares (43 por ciento) indicaron en 2021 el deseo de emigrar permanentemente a otro país dentro de un año, en comparación con el 8 por ciento en 2019. En particular, las personas que experimentaban inseguridad alimentaria tenían más probabilidades (23 por ciento) de hacer preparativos concretos para migrar que aquellas que tenían seguridad alimentaria (7 por ciento). Es decir, los “muros de prosperidad” que planteó la actual administración guatemalteca son un eufemismo: exacerbadas por las crisis superpuestas de la pandemia, los desastrosos eventos climáticos y la autocratización política son restricciones militarizadas a la movilidad.
“Cuatro de cada diez hogares (43 por ciento) indicaron en 2021 el deseo de emigrar permanentemente a otro país dentro de un año, en comparación con el 8 por ciento en 2019.”
Mientras tanto, en EE.UU, el consenso bipartidista de erigir muros fronterizos se confirma con los 32 kilómetros (20 millas) en el condado de Starr en Texas a lo largo de su frontera con México, donde las autoridades informan de un gran número de cruces. La construcción de un muro fronterizo fue una política distintiva de Donald Trump como presidente y a la que los demócratas se opusieron ferozmente.
Y a pesar de que en 2020 Biden prometió que no construiría ni un pie más de muro si era elegido, Biden dijo que "no puede detener" la construcción del muro fronterizo porque los fondos para ello ya han sido asignados. Cuando se le preguntó esta semana pasada si creía que el muro podría funcionar, respondió simplemente: "no".
Nagorno-Karabaj sucumbió
Rafael Paiz Conde
El pasado 3 de octubre fueron detenidos por las fuerzas de seguridad de Azerbaiyán, los líderes de la región de Nagorno-Karabaj. Con este hecho se ponía fin a la última invasión a esa región, con mayoría de población armenia, enclavada en Azerbaiyán. poniendo punto final a su anexión a Bakú. Sin embargo, muy probablemente, no lo hará con el conflicto que desde hace décadas enfrenta a los dos estados del Cáucaso.
Nagorno-Karabaj, Artsaj o alto Karabaj son tres formas de llamar a una misma región. Con 11 mil kilómetros cuadrados, ese territorio es poco más grande que el departamento de Izabal. Perdido en el corazón del Cáucaso, montañoso y escarpado, con pocos recursos naturales, pero con alto valor simbólico y una ubicación estratégica. Este territorio se considera la cuna de la civilización y de la religión armenia, que fuese el primer estado en el mundo en oficializar el cristianismo en el año 301.
El Cáucaso ha tenido un alto valor estratégico desde tiempos inmemoriales. Por ello a lo largo de la historia grandes imperios se han esforzado en poseerlo. Medas, partos, romanos, bizantinos, persas, rusos y otomanos, han intentado controlarlo. El motivo principal, ser el puente entre los continentes europeo y asiático. Esto lo hace ser una región convulsa y violenta.
Armenia perteneció al imperio otomano hasta la derrota de éste en la Primera Guerra Mundial. Su población, con una cultura propia y religión cristiana, gozó de un estatus de habitantes de segunda clase para el sultanato en Estambul. Por ello, sufrieron fuerte represión e incluso un genocidio donde murieron más de 2 millones de personas en 1916. Por su parte, los azeríes, musulmanes chiítas, estaban integrados al imperio ruso. Sin embargo, motivos étnicos, religiosos y lingüísticos los hacen identificarse como parte integral de la nación turca. En 1922, Stalin crea la región autónoma de Nagorno-Karabaj con población armenia en el territorio de la República Socialista de Azerbaiyán.
Durante la era soviética se logró un estado de aparente calma, tras su desintegración, estalló una guerra entre ambos estados buscando el control de esa pequeña región. Luego del cese al fuego de 1994, Armenia, con el apoyo ruso, recupera el control de Alto Karabaj y de sus provincias circundantes. Arrebatándole a Azerbaiyán un 10% de su territorio. Esta guerra obligó a casi un millón de azeríes a desplazarse y refugiarse.
Las tensiones continuaron durante 25 años sin ocasionar mayores cambios, salvo algunas escaramuzas. La tutela de Moscú logró impedir durante esos años, que la violencia escalara. Sin embargo, Azerbaiyán, gran productor y exportador de hidrocarburos, pudo, con el apoyo de Ankara, rearmarse y equiparse con el objetivo de recuperar el control del enclave.
En septiembre del 2020, en plena pandemia, volvieron las hostilidades. El régimen de Bakú, mediante una estrategia de guerra relámpago y apoyada diplomática y militarmente por Turquía, logró derrotar a Armenia en pocas semanas. Solamente la mediación de Putin pudo evitar la caída de Nagorno-Karabaj en manos del gobierno azerí. Tras la derrota, Armenia perdió las zonas ganadas en 1994. Sin embargo, pese a ello, mantuvo la disputada región de Artsaj.
Esta última intervención militar se justificó como una acción antiterrorista al vengar la muerte de cinco policías azeríes al estallarles una mina. La severa y desproporcionada respuesta demuestra que ese no era el motivo real. Es sabido que la toma completa del Nagorno-Karabaj era el objetivo del régimen de Bakú. Aprovechando la coyuntura, Rusia está concentrada en su propia invasión a Ucrania y sus ojos y agenda no se interesan por un pequeño pedazo del Cáucaso. Finalmente, Azerbaiyán ha logrado su propósito, obligando a cien mil personas a abandonar sus casas, sus tierras y sus monasterios para refugiarse en Armenia.
El conflicto de momento ha cesado, pero es previsible que esto solo sea momentáneamente. La región del Cáucaso es un paso estratégico y su control es vital para la hegemonía regional. Armenia parece que, nuevamente, es víctima de las luchas entre grandes imperios: Rusia, Turquía, e Irán tienen intereses manifiestos allí. Aparentemente están dispuestas a que Azerbaiyán y Armenia hagan el trabajo sucio (la Guerra) para ellos obtener los réditos.
“La región del Cáucaso es un paso estratégico y su control es vital para la hegemonía regional. Armenia parece que, nuevamente, es víctima de las luchas entre grandes imperios: Rusia, Turquía, e Irán tienen intereses manifiestos allí.”
Rusia, que en el siglo XX durante la era soviética había mantenido la tutela de la región, ha perdido su influencia. Su invasión a Ucrania la ha alejado, de momento, del gobierno armenio. El régimen democrático de Ereván se aleja de Moscú y se acerca a occidente, pero este último ha tomado una actitud diametralmente opuesta que con Zelensky. De momento, no pasa de las condenas diplomáticas.
Irán e Israel tienen intereses en el conflicto. Azerbaiyán es el proveedor de 65% del petróleo para Tel Aviv, quien a cambio le da un apoyo militar. El régimen ayatola por su parte, pese a compartir el islam chiíta, toma partido a favor de Ereván, ya que en su territorio viven casi 18 millones de azeríes, siendo la minoría étnica más grande del país persa. Es natural que tema de un movimiento separatista auspiciado por Bakú.
El gran actor de este conflicto es el líder turco Erdogan, quien ha mantenido un apoyo incondicional a Azerbaiyán. En sus alocuciones indica que son dos estados y una sola nación. Sumado a la enemistada histórica, que por razones religiosas tiene con armenia, Ankara niega, al día de hoy, el Genocidio Armenio. Incluso en 2020 envió mercenarios sirios y libios a combatir.
“El gran actor de este conflicto es el líder turco Erdogan, quien ha mantenido un apoyo incondicional a Azerbaiyán.”
Sin embargo, basta ver el mapa de la región para entender su apoyo a Bakú. Con el control de Nagorno-Karabaj por los azeríes, Turquía podría fácilmente anexar el Corredor de Latchi, al sur de Armenia y junto a Azerbaiyán rodear toda la frontera norte iraní. lo que le daría a Erdogan una posición inmejorable, volviéndolo el líder indiscutible en la región.
“Presidente Giammattei ratifica propósito de crear muros de prosperidad y oportunidades para la población.” 7 de junio de 2021. Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia de la República: https://guatemala.gob.gt/presidente-giammattei-ratifica-proposito-de-crear-muros-de-prosperidad-y-oportunidades-para-poblacion/
Ruiz Soto, Ariel G., Natalia Banulescu-Bogdan y Aaron Clark-Ginsberg con Alejandra Lopez y Alejandro Vélez Salas. 2023. “Narrativas migratorias en el norte de Centroamérica: cómo las historias contrapuestas dan forma a políticas y la opinión pública en Guatemala, Honduras y El Salvador.” Washington, DC: Migration Policy Institute.