Plumazos del domingo 11 de junio de 2023
Apuntes de economía y cultura de Hugo Maúl y José Gálvez
Oportunidades de Negocios y Sistema de Justicia
Hugo Maúl
Según informaba Prensa Libre hace unos días, el gigante industrial indio Yash-Pakka planea instalarse en Guatemala para producir empaques a base de bagazo de caña. Un negocio “redondo” para la industria azucarera y para la empresa india. Redondo en el sentido de la economía circular: “aprovechar los recursos para darles otra vida y devolverlos al mercado con una forma nueva… aboga por los materiales biodegradables y que la fabricación de los productos sea lo menos invasiva posible, con el fin de que no contaminen”. Redondo también en el sentido de rentabilizar de otra forma un desperdicio del proceso de producción de azúcar, que actualmente se utiliza principalmente como combustible en la generación eléctrica electricidad. No obstante, por más dulce que parezca ser este negocio, no necesariamente todo será “miel sobre hojuelas” en la relación entre quienes proveen el insumo y quienes lo transforman. La historia económica esta llena de historias en donde acuerdos de este tipo, que provocan tantas ilusiones al inicio, terminan en un amargo desenlace.
El caso de Alcoa (Aluminum Company of America), el mayor productor mundial de aluminio, y Essex Group, un fabricante de cables de aluminio es de particular importancia para entender los riesgos de este tipo de negocio. Con el objeto de reducir costos de transporte y permitir el traslado de aluminio fundido desde la planta de Alcoa, Essex Group decidió instalar su fábrica de cables en una propiedad adyacente a la fábrica de aluminio. Ambas empresas firmaron un contrato de suministro de largo plazo mediante el se establecía un precio que sería revisado hacia arriba en función del índice de precios al por mayor de E.E.U.U. Aunque el negocio parecía estar bien diseñado, el referido índice terminó siendo una muy mala referencia durante el episodio inflacionaria de los años setentas; el precio del aluminio en el mercado internacional aumentó mucho más que lo que establecía la fórmula acordada. De tal cuenta Essex terminó pagando menos de la mitad del precio de mercado del aluminio, al punto que en lugar de producir cables vendían el aluminio sin procesar en el mercado.
“Aunque el negocio parecía estar bien diseñado, el referido índice terminó siendo una muy mala referencia durante el episodio inflacionaria de los años setentas.”
La cláusula de revisión de precios terminó convirtiéndose en un mecanismo de transferencia de rentas de Alcoa hacia Essex. Un conflicto que terminó resolviéndose en las cortes mediante un fallo altamente cuestionado que modificó la fórmula negociada para asegurar una mínima ganancia a Alcoa. Un típico ejemplo del problema del Hold-Up1 en las relaciones contractuales: situación que ocurre cuando las condiciones del mercado cambian tanto que resulta más beneficioso para una de las partes incumplir con las condiciones pactadas, a pesar de los costos que esto conlleve. En este caso, Alcoa dejando de proveer aluminio a Essex o Essex pretendiendo obligar a Alcoa a vender a precios menores a sus costos de producción o a lo que obtendría vendiendo en el mercado. Un ejemplo que demuestra que por más que existan disposiciones contractuales detalladas, siempre existe el riesgo que en bajo determinadas circunstancias no resulte rentable para alguna de las partes cumplir con lo pactado.
El caso de los fabricantes indios y los ingenios mencionada arriba es uno en donde la empresa “aguas arriba” (proveedora de insumos), los ingenios, en determinadas circusntancias podría explotar su poder de mercado (al ser los únicos proveedores de la materia prima en cuestión) aumentando sus precios o imponiendo condiciones contractuales desfavorables a la empresa “aguas abajo”, Yash-Pakka. Aunque esta no es más que una situación hipotética, que se usa de ejemplo para explicar el problema del Hold-Up, la lección de Alcoa y Essex demuestra la importancia de la existencia de un sistema de justicia que funcione como “tecnología de cumplimiento” alternativa confiable y efectiva al mero autocumplimiento de las partes. Una consideración que seguramente pasó por la cabeza de los inversionistas indios al decidir invertir en Guatemala. Siendo ellos, Yash-Pakka, la parte más expuesta al problema del Hold-Up, el adecuado funcionamiento del sistema de justicia resulta crucial para sus operaciones. Una lección de particular importancia para países como Guatemala, en donde dada la debilidad del sistema de justicia, negocios potencialmente lucrativos nunca llegan a materializarse dado lo caro, incierto o contraproductivo que que resulta acudir al sistema de justicia a resolver los problemas. Los negocios que logran realizarse son aquellos en donde cualquier situación incierta debe ser susceptible de ser negociada privadamente de manera satisfactoria para ambas partes. Algo así como sucedía en el “Salvaje Oeste”, en donde los problemas se dirimían entre las partes, al margen de la ley.
Juan Luis Guerra y la 4.40: Güiras, Tamboras y Liderazgo
José Gálvez
Mi hermana mayor se sentó a llorar amargamente sobre la banqueta de la calle. Una tormenta inesperada había cancelado la noche de música y baile. Tristísima, se limpiaba las lágrimas mientras miraba frustrada a la portada del cassette de Bachata Rosa, de Juan Luis Guerra. En la foto, Guerra se miraba joven y sonreía con una pose casual y un saco florido de colores pastel. Los colores aludían a las pegajosas y movidas melodías de la Bilirrubina y la poesía guapachosa de Burbujas de Amor que mi hermana se perdería por culpa del estúpido mal tiempo. Desde entonces, me pregunté: ¿qué tendría de especial este influyente músico? Logró hacer llorar a mi hermana, una de las personas más fuertes que conozco y con quien, además, comparto muchos gustos musicales. ¿Qué había en el proyecto de Juan Luis Guerra y la 440 que le hacía tan poderoso? Poco, en ese momento, imaginé las lecciones de liderazgo e inspiración que este músico dominicano me daría luego en la vida.
La carrera de Juan Luis Guerra con la banda 4.40 ha sido un testamento del buen liderazgo en América Latina. Su trayectoria está repleta de muchos logros y premios internacionales, con un titánico bagaje musical y apoyada sobre un equipo con décadas de experiencia. Esta excepcionalidad me hace constantemente preguntar, ¿por qué no hay más líderes como él en este país? ¿Por qué los jefes acá no son tan buenos liderando proyectos como Guerra? Así como el espacio musical de este músico evidencia que personas con talento y preparación pueden elevar a grupos enteros, logrando él que el sonido de la 4.40 diera a conocer su cultura musical por todo el mundo, debemos comprender qué le hace falta a nuestro liderazgo para que nos desempeñemos mejor y logremos elevar a nuestra sociedad.
“Esta excepcionalidad me hace constantemente preguntar, ¿por qué no hay más líderes como él en este país? ¿Por qué los jefes acá no son tan buenos liderando proyectos como Guerra?”
El liderazgo de Guerra y la 4.40 se fundamenta en una innovación importante de la música latinoamericana. Juan Luis Guerra es un filósofo, literato y compositor de jazz graduado de la escuela de música de Berkley, una de las más prestigiosas del mundo. Y aunque luego de sus estudios hubiera podido acomodarse como jefe en cualquier orquesta de swing o trío de jazz en Boston o Nueva York, él prefirió integrar el merengue, la bachata, la salsa, la soca y el mambo, propios de sus raíces caribeñas y África, con géneros como el rock y el jazz de Los Beatles y Charles Mingus. De esta forma, como me lo dijo el Chombo, Juan Luis Guerra y la 4.40 lideraron la renovación de la música latina y africana, recreando lo viejo, fusionándole con influencias internacionales y produciendo un sonido original, alegre y maravilloso.
El liderazgo en una banda de merengue requiere de una conducción inteligente y conocimientos sofisticados. En una banda de rock estándar, hay cuatro miembros. En comparación, cuatro miembros se encargan solamente de la percusión del merengue con la tambora, las congas, el güiro, y los bongos. A ellos se suman al menos dos trompetas y trombones, saxofones, bajo, teclados, guitarras eléctricas y coros. Esta organización requiere de un líder preparado y conocedor de su disciplina, confiable, constante, organizado y humilde, que permita que estos distintos elementos se integren en un esfuerzo armonioso y sostenible; es decir, en un proyecto musicalmente exitoso. Un proyecto así no funcionaría con un capataz. Sobre ello, Guerra dice que él se encarga de las letras y estructuras de los acordes, pero aclara qué, “la percusión, nosotros no arreglamos la percusión, normalmente ni la güira ni la tambora se escriben”. A veces Guerra sugiere una melodía para los vientos, pero es la 4.40 la que con su magia desarrolla el ritmo, prende el fuego y hace relucir sus talentos, brillando en sus canciones. Al centro de su liderazgo, Juan Luis Guerra tiene la humildad de publicar todos sus álbumes dándole crédito a la 4.40, desde 1984, por lo que es casi imposible nombrarles por separado.
Un ejemplo del éxito musical de Guerra y la 4.40 es la canción “El Costo de la Vida”, del álbum Areíto, de 1992. Esta fue la versión en español de la canción “Kimia Eve”, en la que contribuyeron con el músico congolés Diblo Dibala, el compositor original. Esta canción critica la mala economía, la corrupción y las disfuncionalidades de la globalización en América Latina, integrando a la guitarra congolesa de la soca de Dibala. La canción fue tan controversial que su video fue prohibido en varios países latinoamericanos y su la letra nos alerta qué,
El costo de la vida sube otra vez, el peso que baja ya ni se ve.
Y las habichuelas no se pueden comer, ni una libra de arroz ni una cuarta de café.
A nadie le importa que piensa usted, será porque aquí no hablamos inglés…
La democracia no puede crecer si la corrupción juega ajedrez.
A pesar de la censura Juan Luis Guerra y la 4.40 siguen protestando en contra de los problemas e injusticias de la región, desde las dificultades de obtener visas hasta el sistema disfuncional de salud pública. Su música nos recuerda que, en Latinoamérica, juntos le bailamos a nuestras precariedades para enfrentarles con una sonrisa, aunque existan hartas razones para llorar. El músico-filósofo lideró al merengue para ser un vehículo de protesta efectivo. Guerra y la 440 son tan versátiles que, además, producen rock, alabanzas, sensuales bachatas y hasta folklóricos pericos ripiaos.
¿Quién hubiera pensado que un merenguero como Guerra nos habría enseñado el éxito de un liderazgo valiente, humilde y preparado? De él aprendemos que la tiranía déspota carece de liderazgo e innova mediocremente. Sólo con el talento, los ritmos y los tonos tradicionales de la 4.40 pudo Guerra mezclar ritmos latinos, africanos con estadounidenses y europeos. Su preparación y liderazgo le permitieron elevar estos géneros tradicionales de Latinoamérica a éxitos mundiales. Convirtió su influencia cultural en emblemas esenciales de la música dominicana. Hoy, necesitamos más personas de calidad como Guerra, que hagan brillar a nuestros equipos con su liderazgo. Por ello, gerentes, maestros, políticos y hasta autoridades espirituales necesitan aprender del liderazgo de este tipo de artistas y comprender que el éxito organizacional no depende de las órdenes de capataces. El éxito proviene del liderazgo que busca elevarnos a todos.
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B. Klein. Why Hold-Ups Occur: The Self-Enforcing Range of Contractual Relationship en Economic Inquiry, Vol. XXXIV, July, 1996, 444-463