Plumazos aglutina las voces guatemaltecas que producen análisis crítico. Conoce más sobre los columnistas de opinión en nuestro website. No te pierdas ninguna actualización y apúntate al boletín semanal que te llegará a tu bandeja de entrada todos los domingos.
El desvanecido sueño centroamericano
Deby Sical
La historia de Centroamérica es un relato complejo, marcado por episodios dolorosos pero también por esfuerzos persistentes de reconciliación y avance. Dentro de este contexto, la idea de integración ha surgido como un elemento fundamental para la cohesión regional para fomentar la fortaleza y el desarrollo compartido. La historia, la geografía y las estrechas relaciones económicas entre las naciones centroamericanas proporcionan una base sólida para la integración regional. El proceso apuntaba a ser el pegamento que podría unirnos y dar forma a un futuro próspero. Sin embargo, ¿qué sucede cuando las piezas no encajan? ¿Qué pasa cuando la realidad choca con nuestras aspiraciones?
El proyecto centroamericano, enmarcado por los objetivos establecidos en el Protocolo de Tegucigalpa, ha sido, lamentablemente, uno de los más longevos y con menos avances. Aunque la idea de integración ha sido prometedora, la realidad nos muestra un panorama distinto, caracterizado por desafíos persistentes en la consolidación democrática y el fortalecimiento de la cohesión regional. Parece que quienes soñamos con una Centroamérica más unida nos aferramos a algo que se desvanece frente a nosotros cada vez más. Nos enfrentamos a un sueño perdido.
“El proyecto centroamericano, enmarcado por los objetivos establecidos en el Protocolo de Tegucigalpa, ha sido, lamentablemente, uno de los más longevos y con menos avances.”
En términos de consolidación democrática, algunos países han logrado avances significativos, mientras que otros aún enfrentan serias dificultades. Surge entonces la pregunta de si los países de la región son capaces de conformar su democracia de manera unilateral o si se requiere una institucionalidad regional que vele por su estabilidad democrática. Esta incertidumbre refleja la complejidad propia de la realidad política centroamericana, donde las realidades nacionales divergentes complican los esfuerzos de coordinación y cooperación en esta área crucial.
La complejidad de adoptar decisiones políticas en conjunto aumenta por el complicado panorama político de la región. La existencia de gobiernos con ideologías diversas y relaciones bilaterales tensas entre algunos países dificulta la adopción de medidas unificadas. Además, la incomodidad que representaría una oposición entre socios comerciales también influye en la toma de decisiones conjuntas, ya que los intereses económicos a menudo chocan con los objetivos políticos.
Uno de los esfuerzos recientes para reavivar la integración fue la oportunidad del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea (ADA), que tuvo sus primeras negociaciones en 2010. Es importante destacar el estancamiento del ADA durante la última década. A pesar de las expectativas iniciales y el potencial que este acuerdo tenía para impulsar el desarrollo económico y fortalecer los lazos entre Centroamérica y Europa, su implementación ha sido lenta y fragmentada. Aunque ciertas partes del pilar económico han sido implementadas, muchos de los aspectos clave del acuerdo aún están pendientes, lo que refleja un desafío adicional en el camino hacia una integración más profunda y sostenible en la región. El estancamiento del ADA representa una oportunidad perdida para Centroamérica en términos de acceso a nuevos mercados, inversión extranjera y cooperación en áreas clave como el desarrollo sostenible y la innovación. ¿Cómo es posible que, después de una década, aún estemos estancados en la implementación de un acuerdo que prometía tanto? La falta de voluntad no está costando oportunidades para mejorar las condiciones de la región.
“¿Cómo es posible que, después de una década, aún estemos estancados en la implementación de un acuerdo que prometía tanto?”
Claramente en Guatemala peleamos contra nuestros propios demonios del pasado autoritario y dictatorial. Sin embargo, con más o menos suerte, nuestros vecinos están ante la misma pelea por avanzar. ¿Podemos realmente avanzar si nuestros vecinos siguen atascados en el mismo camino? ¿No estamos todos en el mismo barco, condenados a hundirnos juntos si no encontramos una manera de remar en la misma dirección? Puede que los efectos de una integración de fachada no sean tan pesimistas. Aunque algunos creen ser la excepción, serán contagiados por la región o verán sus oportunidades limitadas por sus problemáticos vecinos.
Nos debe preocupar lo que nuestros vecinos estén atravesando porque la realidad es que ante el mundo Guatemala y Centroamérica no pueden avanzar si no se trabaja de manera regional. Nuestro destino está entrelazado con el de nuestros vecinos, y solo juntos podremos superar los desafíos que se nos presentan. La integración regional no es solo una opción, sino una necesidad si queremos forjar un futuro mejor para todos los centroamericanos.
Aprendiendo desde cero: Arévalo y el Congreso
Pablo Rosal
En un artículo que escribí meses atrás, abarqué las advertencias que hizo Juan Linz sobre el presidencialismo y su propensión a implosionar el régimen democrático. Particularmente, me centré sobre las dificultades que tendrá Milei, por sus posiciones extremistas, para manejar una relación estable con el Congreso.
Ahora, quisiera hablar sobre el caso del presidente Arévalo y Movimiento Semilla.
Tras dos meses y medio de gobierno, he notado una completa desconexión entre las acciones de la bancada en el Congreso y el Ejecutivo. Parecen ser dos mundos completamente diferentes. Mientras Arévalo saluda y sonríe con delegados y presidentes de otros países, la bancada Semilla afronta dificultades para crear consensos con los partidos con los que pactó el oficialismo.
“Tras dos meses y medio de gobierno, he notado una completa desconexión entre las acciones de la bancada en el Congreso y el Ejecutivo. Parecen ser dos mundos completamente diferentes.”
La posición de Semilla es delicada por dos motivos. Primero, el presidente Arévalo está en una posición «ideológica» muy distante respecto a los demás partidos políticos. Sin embargo, esta distancia no es porque Arévalo pretenda dar una transformación radical al Estado como lo está haciendo Milei, ni porque Arévalo sea de extrema izquierda. Al contrario, el oficialismo se moderó considerablemente en su discurso a comparación de Semilla de hace cuatro años. Arévalo tiene una posición ideológica «extremista» en cuanto a su actitud hacia la corrupción.
¿Cuándo fue la última vez que un partido político se esforzó en hacer política sin recurrir a los clásicos sobornos, plazas fantasma y contratos con el Estado? Probablemente, desde la Primavera democrática. Esta posición respecto a los demás partidos es extrema porque cambia radicalmente la manera de hacer política. Entonces el primer motivo por el cual Semilla tiene una posición delicada es su forma completamente distinta de hacer política. Se podría afirmar que tanto la Presidencia como el Congreso están aprendiendo desde cero.
“¿Cuándo fue la última vez que un partido político se esforzó en hacer política sin recurrir a los clásicos sobornos, plazas fantasma y contratos con el Estado? Probablemente, desde la Primavera democrática.”
La posición de Semilla es compleja gracias a un segundo motivo: una pobre cultura partidaria que apenas está descubriendo cómo realizar acuerdos y transacciones políticas sin recurrir a corrupción. La mayoría de los partidos políticos no son ideológicos per se. Ni podrían serlo de la noche a la mañana, dada la prevalencia de la mediocridad y la estupidez entre la mayoría de los diputados. Solo debe uno observar los discursos tan pobres de la oposición y las intervenciones de cualquier representante en las sesiones del pleno para darse cuenta de que ni siquiera tienen la inteligencia para comprender y proponer una ideología coherente y distintiva.
Este perfil de diputados ha llegado al Congreso gracias a las redes clientelares y las dinámicas corruptas en la selección de candidatos—una dinámica especialmente alimentada gracias a que Giammattei les abrió las arcas del Estado para sus campañas. Por tanto, estos perfiles llegaron al Congreso con el único propósito de saquear. No saben hacer algo más.
En este contexto, ¿cómo entablar una negociación que no involucre corrupción? Mientras en democracias más avanzadas—al menos las no polarizadas—los partidos deben hacer concesiones en sus posturas ideológicas para llegar a acuerdos y atender a sus electorados, en Guatemala nuestra clase política no sabe hacer este tipo de negociaciones. Si no es con plata, plazas o contratos, ¿qué más tengo para ofrecerte?
Lo que la experiencia ha mostrado en otros países es que el Ejecutivo y su bancada sí tienen mucho que ofrecer a otros partidos. Por ejemplo, programas y obras públicas para sus electorados; puestos dentro del gabinete, siempre y cuando la persona tenga un buen perfil; votos a favor de las leyes de los demás partidos; y exposición de figuras políticas de los demás partidos. Mientras tanto, en Guatemala, Semilla se desgasta por la Junta Monetaria y pierde de vista por completo el paquete de 10 leyes y reformas que acordaron con los demás partidos en enero.
“Mientras en democracias más avanzadas—al menos las no polarizadas—los partidos deben hacer concesiones en sus posturas ideológicas para llegar a acuerdos y atender a sus electorados, en Guatemala nuestra clase política no sabe hacer este tipo de negociaciones.”
Con esto, debo dar un matiz importante. El caso de Semilla es irregular porque fue víctima de un intento de golpe de Estado que, si bien fracasó en su intento de impedir la toma de posesión, fue parcialmente exitoso al suspender a la bancada Semilla. La Corte de Constitucionalidad, actualmente la mayor enemiga de la Constitución y el Estado de derecho le ha arrebatado injustamente a Semilla su capacidad de obtener comisiones de trabajo y la presidencia del Congreso. Con ello, han perdido mucho capital político. Como un flechazo en el talón de Aquiles, Semilla tampoco tiene mucho que ofrecer a los demás partidos, al menos en la arena legislativa.
En estas circunstancias, la distancia de Arévalo respecto a los acontecimientos en el Legislativo es preocupante. Comprendo que está ocupado sentando las bases de los proyectos que definirán su presidencia los próximos cuatro años, pero si desatiende la situación en el Congreso notará que pasará cada vez más tiempo tratando con crisis de allí.
Todos están aprendiendo desde cero. Y espero que Semilla aprenda su lección pronto. Sé que ya les han quitado por medio de trampas mucho de su capital político, pero tendrán que definir sus prioridades y tendrán que estar dispuestos a renunciar a cuotas de poder para avanzar su agenda legislativa. No olvidemos que de aquí a cuatro años vendrán candidatos peligrosísimos como Carlos Pineda, con un discurso político que amenaza la democracia. Además, la supervivencia de su proyecto político dependerá de su capacidad de dar resultados.