Más judicialización después de la chamarreada
Vaclav Masek analiza los resultados electorales en vista de la creciente criminalización.
chamarreada
F. Gua., metáfora - Derrota abultada.
Es una frase que se ha vuelto cliché dentro del análisis postelectoral, pero los resultados de los comicios guatemaltecos de 2023 están rompiendo paradigmas. Ganar una elección sin financiamiento de la corrupción, el narcotráfico, el crimen organizado o el robusto sector privado es posible. Los partidos políticos pueden ser diversos, orgánicos y digitales, no simples vehículos para la contienda electoral. El votante joven sí vota y para capturar su imaginación política no es necesario el apoyo de los grandes medios de comunicación, principalmente aquellos tradicionales monopolios que pasaron a ser antiguos guardianes - ‘gatekeepers’ - del poder. Una organización partidaria que finalmente presentó una oferta programática activó la demonización de los mercaderes de la fe pero mostró a las futuras agrupaciones partidistas que es posible ser exitoso sin el apoyo del sector privado organizado. Guatemala seguirá siendo un país netamente conservador, pero eso no significa que el electorado sea fácil de manipular por prédicas sensacionalistas.
El abismo es casi un millón de votos o más de veinte puntos porcentuales de diferencia. Se acentúa por el hecho que ganaron en 17 de los 22 departamentos. En Sacatepéquez, el porcentaje que obtuvo Semilla fue de 82.36% contra el 14.44% de la UNE. En el departamento de Guatemala, Semilla obtuvo el 74.93% de los votos y la UNE el 20.66%. En Chimaltenango, Semilla obtuvo el 69.06% contra el 26.99% de la UNE. Chamarreada. También chamarrearon en 185 de los 340 municipios. De viejo me dará placer compartir nostálgicamente cómo, en plena desdemocratización y desde sus celulares, un grupo de jóvenes en Guatemala desarticularon electoralmente a la máquina engrasada más efectiva de las últimas cuatro décadas.
La celebración espontánea que dotó la Plaza Obelisco de banderas nacionales y no partisanas se sintió como un desahogo colectivo. Esta manifiesta válvula de escape de ciertas frustraciones acumuladas puede ser comprendida como “efervescencia colectiva”, un concepto sociológico creado por Émile Durkheim. La efervescencia colectiva se refiere a momentos de la vida social en los que el grupo de individuos que constituye una sociedad se reúne y se comunica en un mismo pensamiento y participa de una misma acción, lo que sirve para unificar a un grupo de individuos. Cuando los individuos entran en estrecho contacto entre sí y cuando se reúnen de esa manera, se crea y libera cierta “electricidad”, lo que lleva a los participantes a un alto grado de excitación emocional colectiva o “delirio”, como dice Durkheim.1 Esta fuerza impersonal y extra-individual, que es un elemento central de la religión, transporta a los individuos a un reino nuevo e ideal, los eleva fuera de sí mismos y les hace sentir como si estuvieran en contacto con una energía extraordinaria.
Esa efervescencia colectiva, democrática y esperanzada, ha sido efímera debido al afán de persecución de la justicia guatemalteca y la creciente amenaza de violencia política contra el virtual presidente y vicepresidenta electa. La última aparición del binomio electo en un evento al aire libre y masivo fue durante su cierre de campaña, donde estuvo rodeado de un gran dispositivo de seguridad. Luego de ganar la segunda vuelta, Arévalo y Herrera reconocieron que su equipo de seguridad les dijo que era peligroso salir incluso al balcón del hotel, por motivos de seguridad, pero asumieron el riesgo de hacer esa aparición.
Ha pasado una semana después de la segunda vuelta y la victoria comienza a ser amarga. Ni el partido ni el binomio presidencial perdedor han reconocido públicamente la chamarreada. Ahora, vivimos en un contexto surreal en dónde existe una amenaza latente de riesgo grave para la integridad física del binomio ganador, donde la amenaza viene desde la administración saliente.
Y para empeorar la situación de “extrema judicialización”, se retuerce la tuerca en contra de la libertad de expresión en un nuevo intento de censura contra el periodismo independiente y la crítica desde la sociedad civil. Lanzado por el MP de Consuelo Porras, un amparo interpuesto en la Corte de Constitucional pretende, a través de la Ley de Orden Público, sostiene que publicaciones de ciudadanos en Twitter / X promueven el desorden público. El derecho a manifestarse se suma al socavamiento democrático por las campañas de criminalización del MP, que pide, de ser necesario, el uso de la fuerza para garantizar el orden durante alguna reunión o manifestación.2 Como mínimo, es realmente irónico que la fiscalía de Guatemala solicite más seguridad del gobierno y afirme ser víctima de abuso en las redes sociales después de que su oficina haya enviado a decenas de fiscales, jueces y periodistas a la cárcel o al exilio.
Aunque la judicialización siga maquillando la chamarreada, sigue siendo notable el entusiasmo manifestado por el pueblo de Guatemala a nivel de respaldo durante esta convulsa semana. Los llamados generales realizados públicamente a empezar esta “nueva primavera” en donde podemos todos empezar a converger alrededor de objetivos nacionales comunes es el principal arropamiento que la sociedad guatemalteca puede brindarles a Bernardo Arévalo y Karin Herrera en este momento preocupante. No es suficiente ni será lo único que la sociedad civil puede hacer, pero el mandato obtenido el 20 de agosto está fundamentado en la voluntad popular por defender la democracia, por lo que veo un punto de inflexión para las movilizaciones sociales bajo la sombra del potencial magnicidio.
Durkheim, Émile (6 de agosto de 2013). Las formas elementales de la vida religiosa: El sistema totémico en Australia (y otros escritos sobre religión y conocimiento). Fondo de Cultura Economica. ISBN 9786071614421. Accesado 23 de agosto de 2023.
En una columna de elPeriódico de fecha 21 de noviembre de 2021, escribí una teorización del concepto de “Estado contrainsurgente” mediante una crítica a la Ley del Orden Público.