Tres novelas guatemaltecas imprescindibles
Vaclav Masek recomienda obras cumbres de la literatura nacional.
Centrando las historias de un país marcado por narrativas oficiales contenciosas, Guatemala ha producido textos que aportan a la literatura universal una perspectiva única. A continuación, tres novelas cumbres que dan testimonio de una convivencia dolorosa a lo largo del último medio siglo.
Es casi imposible comprender la obra maestra del escritor maya kaqchikel Luis de León, El tiempo principia en Xibalbá (1985), sin conocer el contexto de lo ocurrido en Guatemala más o menos desde la década de 1970, o sin comprender el surgimiento de una nueva cultura de literatura maya contemporánea. Estos dos elementos informan cómo surgió su libro engendrado por el genio singular y las luchas personales de de Lion, quien eventualmente sería secuestrado por un escuadrón de la muerte el 15 de mayo de 1984 y posteriormente asesinado. A grandes rasgos, esta novela escrita entre 1970-1972 desmitifica y desarticula construcciones tradicionales y estereotipadas del mundo indígena en el discurso “indigenista,” es decir, la literatura sobre los indígenas escritas por no-indígenas. El tiempo principia en Xibalbá sigue las historias de Pascual Baeza, un indígena que deserta el ejército y vive experiencias de marginalización y racismo en la ciudad; y de Juan Caca, citadino al que sus padres, unos católicos devotos, lo llevan al seminario para que se haga sacerdote. La novela de de Lión contrarresta el indigenismo proponiendo un nacionalismo maya como discurso liberador y una alternativa política para una lucha anticolonial y antirracista en favor del mundo Maya e indígena en general.
La diáspora en el exilio es protagonista en la “nueva” novela guatemalteca. Héctor Tobar fue uno de los primeros guatemalteco-estadounidenses publicados en los Estados Unidos en documentar, retratar y centrar la naciente diáspora guatemalteca en Los Ángeles a través de la ficción tras el conflicto armado del país entre 1960 y 1996. Su primera novela, El soldado tatuado (1998), presenta un retrato complejo de la realidad social de la comunidad a medida que crecía dentro de la ciudad y lidiaba con el legado y trauma de la guerra. Haber nacido en Los Ángeles en 1963 y servir como periodista del LA Times le permitió presenciar y documentar la llegada masiva de inmigrantes guatemaltecos a la ciudad. La trama de El soldado tatuado sigue a dos hombres: Longoria, un niño indígena convertido en soldado que luchó para las fuerzas armadas de Guatemala durante el conflicto armado y ahora vive en la ciudad sufriendo de PTSD; y Antonio, un ladino de la Ciudad de Guatemala cuya esposa activista es asesinada por Longoria. Ambos ahora mayores, Longoria y Antonio se vuelven a enfrentar en su nuevo entorno urbano, reproduciendo el drama del conflicto en los días previos a los disturbios de Rodney King en 1992. Como ficción social realista, la novela describe la diáspora en sus primeros años, revelando una perspectiva “desde abajo.”
Por último, al ficcionalizar elementos históricos de la convulsa historia reciente, la novela guatemalteca supone un abordaje frontal ante los predicamentos humanos de la filosofía: la muerte, el fracaso moral y el sufrimiento. En El material humano (2009), Rodrigo Rey Rosa problematiza las implicaciones éticas de sondear un archivo policial secreto que trae al presente los sufrimientos del pasado. A través de la perspectiva en primera persona del protagonista, un escritor llamado Rodrigo, la novela desestabiliza nuestras suposiciones fáciles sobre la relación entre la verdad documental y las nociones de justicia y reconciliación. El material humano puede leerse como un itinerario de los encuentros del protagonista Rodrigo y las muchas formas conflictivas en que los individuos lidian con las dolorosas verdades del pasado. Cómo una autoficción, él lee reportes policiales y queda fascinado con el horror y la irracionalidad del modus operandi de la policía, tanto es así que registra algunos de los cargos bizarros y absurdos por los que las personas fueron arrestadas: “por ejercer la vagancia;” “por complicidad en robo de gallinas;” “por portar una honda de hule, un garrote y un cortaplumas.”