El Salvador fue la sede de Miss Universo, de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que Nayib Bukele ocupó como escenario para agradecer a la comunidad internacional y mostrarles la nueva cara del país. Sin embargo, al día siguiente del evento, hubo protestas en contra del presidente. Estas realidades contradictorias definen la presidencia de Bukele, un líder que consolidó su poder al atacar a periodistas, irrumpir con armas en el Congreso y las cortes, pero que ha cosechado simpatías tanto a nivel nacional como internacional en tiempo récord. Similar a los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, las escenas se repiten: Hitler, el dictador, saludando a la comunidad internacional, tratando de aparentar una imagen distinta a la realidad. ¿Existe alguna similitud entre la debilitación institucional que condujo al declive de Hitler y las medidas que Bukele ha adoptado? Medidas que ponen en riesgo la estabilidad de las instituciones salvadoreñas.
Más allá de las políticas gubernamentales, Bukele ha implementado una estrategia costosa pero efectiva para proyectar una imagen positiva del país. La modernización, desde la masificación del Bitcoin, se centra en construir una apariencia de éxito. Sin embargo, eventos internacionales como los Juegos Centroamericanos y del Caribe y Miss Universo 2023, aunque glamorosos, han sido señalados por el FMI como insostenibles dadas las crecientes deudas. El Salvador ostenta el título de país más endeudado en Centroamérica según el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, una realidad que Bukele prefiere ocultar. A pesar de estos desafíos financieros, Bukele confía en que sus estrategias impulsarán la inversión en el país, que ha estado en números rojos en 2022. Sin embargo, las cifras no respaldan el discurso de cambio y seguridad que intenta vender al mundo. No todo es color de rosa, y las consecuencias económicas a largo plazo podrían ser significativas.
A medida que el presidente busca desvincularse de escándalos de violaciones a los derechos humanos, persisten sus aspiraciones autoritarias. Similar a su enfoque contra las maras, Bukele ha llevado a cabo una purga de funcionarios públicos, excluyendo a cualquiera que desafíe sus órdenes. Con elecciones en el horizonte, se ve la posibilidad de una reelección inconstitucional, respaldada por interpretaciones flexibles de la ley en Centroamérica, porque estamos en la región donde el derecho lo puede todo. Sin embargo, como la historia nos ha enseñado, un líder errático como Bukele está destinado a un eventual fracaso. La caída de Hitler, marcada por el debilitamiento de sus propias instituciones, sirve como advertencia sobre el peligro que enfrenta El Salvador bajo las decisiones económicas y políticas de Bukele. La fragilidad de las instituciones puede llevar al colapso de un liderazgo que no ha sabido aprender de la historia. Hitler llevó a los límites a todo el aparato alemán hasta el punto de ignorar a sus más allegados y cometer grandes errores que le costaron la guerra.
“A medida que el presidente busca desvincularse de escándalos de violaciones a los derechos humanos, persisten sus aspiraciones autoritarias.”
Si bien el presidente se ha enfocado en quitarse los grandes escándalos de violaciones a derechos humanos que se han investigado, no deja de lado sus aspiraciones autoritarias. Al igual que lo hizo para perseguir a las maras, el gobierno se enfocó en perseguir a todo aquel en posición de desafiar sus órdenes y llevó a cabo una limpieza masiva de funcionarios públicos. Nadie que le diga que no al presidente es bienvenido en sus oficinas. Sin embargo, aunque sí representa un peligro para el país, un líder como Bukele está destinado a una gran caída y fracaso. Pocos son los líderes exitosos que logran anclarse al poder siendo erráticos y creando cámaras de eco dentro de sus asesores. Tarde o temprano sus decisiones se vuelven insostenibles y como la caída de Hitler tras debilitar sus propias instituciones la de Bukele será a manos de sus decisiones económicas.