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El Príncipe Bananero: Daniel Noboa y la destrucción de Ecuador
Javier Calderón Abullarade
Como miembro de una familia ecuatoriana, me resulta indignante como el encargado de la sección consular de México en Ecuador es empujado por un agente armado vestido de negro y luego sometido en la calle por agentes policiales vestidos de amarillo. Esa fue la acción de la Presidencia de la República del Ecuador ante lo que considera un abuso de las “inmunidades y privilegios, concedidos a la misión diplomática [mexicana] que albergaba a Jorge Glas [ex-vicepresidente ecuatoriano sentenciado por corrupción], y por dar un asilo diplomático contrario al marco jurídico convencional”. Además, la Presidencia del Ecuador indica que:
“Ecuador enfrenta un conflicto armado no internacional, cuyas repercusiones en la democracia y paz ciudadana, solo serán incrementadas de continuarse o condonarse actos que interfieren con el Estado de Derecho, la soberanía nacional o con temas de injerencia en asuntos internos del país.”
Este comunicado también afirma que “Toda embajada tiene una sola finalidad: servir como un espacio diplomático con el objetivo de estrechar las relaciones entre los países”. De esta forma, la Presidencia del Ecuador provee una interpretación antojadiza, contraria al derecho internacional, ecuatoriano y mexicano para presentar una imagen de fuerza al pueblo ecuatoriana ante las próximas elecciones presidenciales y ante la incapacidad de sus fuerzas de seguridad de controlar la ola de violencia que afecta al país. Es más, tan solo el 2 de abril, hace 4 días, el representante de Ecuador ante la ONU rechazaba “toda violación que se realice contra misiones y representantes diplomáticos y consulares (…) vengan de quien vengan”; pero parece que el presidente Noboa no respeta ni su propia política exterior ni a su cuerpo diplomático.
“La Presidencia del Ecuador provee una interpretación antojadiza, contraria al derecho internacional, ecuatoriano y mexicano para presentar una imagen de fuerza al pueblo ecuatoriana ante las próximas elecciones presidenciales.”
Pero el problema es también de la violación efectiva del derecho nacional e internacional ecuatoriano y mexicano. Con sus acciones, el presidente del Ecuador violó la inmunidad del cuerpo diplomático mexicano, la soberanía del territorio mexicano en el local de la Embajada y secuestró a un asilado político bajo la garantía de derechos y tratados internacionales que también son derecho interno del Ecuador. Pero, además, dado que la Embajada Mexicana es territorio mexicano, las leyes que privan dentro del recinto son las mexicanas, de tal cuenta que la estúpida decisión del presidente también implicó la violación de la soberanía mexicana, además de humillar al pueblo mexicano representado en sus representantes en el extranjero.
Un tuit viral dice que ni Pinochet se atrevió a invadir las embajadas en Chile; solo la policía guatemalteca con la incompetencia y corrupción que tenía en 1982 hizo algo similar con la Embajada de España, lo que terminó en la quema de la Embajada y el repudio internacional hacia el país. Recientemente solo los terroristas islámicos radicales han violado las embajadas de otros países. De nada le sirvieron al presidente Noboa las maestrías de Gobernanza y Comunicación Política en la Harvard Kennedy School y en la Universidad de George Washington, tal vez fue más fácil comprar títulos que ganárselos. Como sea, el daño está hecho, no solo para el hijo del Rey de los Bananos del Ecuador, sino para todos los ecuatorianos.
¿Qué repercusiones puede haber ahora para Ecuador? La pérdida de confianza de otros gobiernos e inversionistas extranjeros en el país; un impacto negativo en el apoyo estadounidense al gobierno de Noboa; una posible investigación internacional ante lo ocurrido; la degradación de la imagen de respetabilidad del Ecuador ante el extranjero; y la erosión de la tradicional cultura democrática ecuatoriana y su sustitución por una política autoritaria. Pero es contradictorio que el presidente Noboa crea que “rompiendo puertas a patadas” puede hacer respetar el Estado de Derecho ecuatoriano, proteger la democracia y controlar la violencia narco.
Un amigo que conoció a Noboa me preguntó qué pensaba sobre él, que si no le parecía bien que fuera como Bukele. Y le respondí que en términos de seguridad no, porque Noboa lejos de tener la ola criminal bajo control son los narcos quienes tienen de rodillas al pueblo ecuatoriano y que el problema de seguridad de Ecuador no es la falta de un presidente con mano dura, sino de instituciones de seguridad probas, profesionales y respetuosas de la ley. Lo que Noboa demostró es su prepotencia de clase, su torpeza diplomática, su irrespeto por las leyes y su voluntad de usar las fuerzas de seguridad de forma ilegal para hacer valer su voluntad. Pero esta no es la primera vez que Noboa hace uso de su prepotencia y de su interés de beneficiarse a costa de su pueblo. Este año también se retractó de vender chatarra rusa a los Estados Unidos a cambio de armas para pelear contra el narcotráfico, para evitar el chantaje de Rusia a sus exportaciones de bananos; luego tiró cientos de dólares al aire en un restaurante español cuando iba de visita oficial; y ahora esto. Es posible que el gobierno estadounidense no lo reprenda mucho, como ya mostró el tibio comunicado de la OEA, pero este es el único que puede detener el curso del presidente. Es evidente que el dinero no compra ni la clase, ni el conocimiento, ni la capacidad y ello lo demuestra el nefasto camino que está tomando el presidente Noboa en Ecuador.