Plumazos del domingo 23 de julio de 2023
Apuntes de historia y economía de Hugo Maúl y Javier Calderón.
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Estirando la Pita Hasta que Aguante
Hugo Maúl
“En Guatemala nunca pasa nada.” No importa la naturaleza, gravedad o profundidad de los problemas o crisis que el país afronte, sostiene esta visión, al final todo regresa a la normalidad. Lo mismo de siempre. Algo de razón tiene esta cínica perspectiva de la realidad nacional. Si bien la situación nunca es tan buena para que estén todos contentos, tampoco nunca es tan mala para que todos estén descontentos. Las crisis nunca son tan complicadas como para llevar al país a situaciones de “no retorno” a la normalidad; tan peligrosas que desencadenan una vasta y profunda reestructuración del sistema político, jurídico, social y económico existente. Desde esta perspectiva, la difícil situación política que hoy vive Guatemala se resolverá por sí sola: se celebrará una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados en primera vuelta y el “14 a las 14” alguno de ellos será juramentado como el nuevo presidente del país. Los fuertes movimientos tectónicos que amenazan con destruir los cimientos más profundos de la democracia y el Estado de Derecho no pasarán a más; dentro de unos años serán recordados como “la sal y pimienta” de la consolidación de la democracia en el país. De resultar valedera esta visión de las cosas, aunque sin cambios trascendentales que transformen el país, se salvaría la democracia en Guatemala. Pírrica victoria, pero Victoria al fin.
“Se celebrará una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados en primera vuelta y el “14 a las 14” alguno de ellos será juramentado como el nuevo presidente del país.”
Por otro lado están quienes ven en la más mínima señal de problemas un potencial detonador de los peores escenarios para Guatemala. Como si el país se desplazará siempre “sobre el filo de la navaja”, de manera que la más mínima perturbación tiene el potencial de mover al país fuera de ese precario equilibrio y sumirlo en el más profundo caos. Para quienes acostumbran a ver así las cosas, la crisis institucional que se suscitó a raíz de los resultados de la Primera Vuelta inexorablemente terminará de la peor forma posible: para unos, “volteando la tortilla” y para otros instalándose una dictadura. Todo es cosa de tiempo y que se siga “tensando la pita”. Al igual que con el caso anterior, algo de razón hay en esta perspectiva; la crisis que vive el país, hasta cierto punto, es totalmente inédita en el pasado reciente. No existen puntos de referencia bien definidos en la experiencia democrática contemporánea para entender bien el desenlace que esta podría tener. Ante estas circunstancias, no resulta extraño que muchos consideran altamente probable el peor desenlace posible.
Habida cuenta de estas posibilidades, es importante considerar que el país se encuentra expuesto ya a importantes riesgos sistémicos que amenazan peligrosamente el futuro económico, social y político del país. Según el World Economic Forum, en su Reporte de Riesgos Globales 2023, los principales riesgos existentes en el país, medidos por medio de la Encuesta de Opinión a los Ejecutivos, son los siguientes.
Principales Riesgos que Afronta Guatemala
Desastres Naturales y fenómenos meteorológicos extremos
Colapso de los servicios y la infraestructura pública
Estancamiento Económico Prolongado
Colapso del Estado
Fuente: Tomado del WEF
De particular importancia para la situación que vive el país el segundo y cuarto riesgos, que según la fuente citada se definen así: 2do, inexistencia o quiebra generalizada de los sistemas de seguridad social y erosión de las prestaciones sociales, junto con infraestructuras y servicios públicos no equitativos o insuficientes, incluidos, entre otros, la falta de prestaciones por discapacidad y familiares, así como de vivienda asequible y adecuada, educación pública, atención a niños y ancianos, asistencia sanitaria, sistemas de transporte y desarrollo urbano; y 4to, inestabilidad severa con importancia geopolítica debido a la erosión de las instituciones y del Estado de Derecho, a disturbios civiles internos y golpes militares.
No hace falta ser un experto en cuestiones políticas o económicas para darse cuenta que la situación actual equivale a “jugar con fuego”, dada la peligrosa combinación de riesgos sistémicos a los que está expuesto el país. La crisis actual en nada ayuda a mitigar las causas raíz de la inestabilidad, erosión institucional y del Estado de Derecho y deficiencia en la prestación de servicios públicos e infraestructura. Lo que es más grave, mientras más se prolongue y alargue la crisis política y jurídica que vive el país, más aumentan las probabilidades que tales riesgos terminen por hacerse realidad. En el reino de las “profecías autocumplidas” basta con una creencia o expectativa sobre una eventual situación futura para que el comportamiento de las personas termine provocando los resultados que confirman la creencia original. La incertidumbre reinante, sumada al clima de polarización existente y la desinformación terminan por alimentar todavía más las expectativas negativas que existían de antemano. Una peligrosa situación en que el deterioro de las condiciones materiales, sumadas a los factores psicológicos y sociológicos reinantes, podrían terminar acelerando el colapso del Estado y de los servicios y la infraestructura pública.
En situaciones como la que hoy se vive, a nadie conviene seguir “estirando la pita” hasta el punto que se rompa. Abundan los ejemplos de situaciones en donde una vez se cruzan puntos críticos de “no retorno” los acontecimientos terminan siendo gobernados por “espíritus animales”, demonios ideológicos o fanatismos tribales.
Pensamientos sobre Guatemala, Justicia y Libertad (Parte I)
Javier Calderón Abullarade
“Las emergencias siempre han sido el pretexto que se ha utilizado para erosionar la libertad individual.” (Frederick von Hayek)
Las negociaciones entre empresarios y políticos eliminan la libertad cuando se hacen sin transparencia y sin un debate público que garantice que sus costos o utilidades sean de beneficio público o que generarán externalidades positivas, que van a producir más beneficios que costos sociales. Es decir, no hay libertad si los ciudadanos no tenemos la oportunidad o los mecanismos para evaluar y oponernos a una acción que potencialmente nos puede generar más daños que provechos y cuando esta acción depende sólo del arbitrio de quienes son parte de la estructura de poder -políticos, funcionarios públicos y empresarios.
Sin libertad política no hay libertad económica. La riqueza es una fuente de poder y la libertad de cambiar las formas de producción atentan constantemente contra las estructuras de poder. Los recientes ejemplos de la Rusia de Putin, la Nicaragua de los Ortega y la China de Xi evidencian cómo la estabilidad política generada por estos dictadores depende de la sumisión, de la falta de libertad, de los empresarios. En Rusia la libertad de las empresas fue personalmente permitida por el dictador hasta que éste decidió expropiar las empresas occidentales; expropiar las empresas de los oligarcas que ya no lo favorecían; prohibir los negocios que satisfacían la demanda de la comunidad LGBTQI+; obligar a las industrias de defensa a producir cuotas de armamentos y productos sin que hubieran los insumos y capacidad para hacerlo; y favorecer la devaluación del rublo, para favorecer su deseo personal de iniciar una invasión en contra de Ucrania. En Nicaragua, la libertad de empresa ha dependido vez de la buena voluntad de la familia Ortega de no encarcelar a empresarios opositores a su gobierno y cuyos intereses económicos son perjudicados por los intereses de la familia en el poder. En China, Xi ha recurrido al encarcelamiento y persecución penal y política de empresarios qué, como Jack Ma, cofundador de Alibaba, han criticado las políticas del dictador cuando estas limitaban el desarrollo de las empresas. Contrariamente, la libertad económica está más asegurada en países en los que existe libertad política; es decir, en países en dónde la voluntad de los gobernantes está limitada por la división de poderes públicos y por la posibilidad de los actores privados, como empresarios o ciudadanos, de oponerse al arbitrio público, por medios legales, predecibles y relativamente imparciales. Por ejemplo, y a diferencia de Rusia o China, en dónde el desarrollo de la Inteligencia Artificial y del sector digital dependen de la buena o mala voluntad de sus dictadores, en los Estados Unidos de América, el desarrollo de estos sectores ha dependido de la libertad de sus empresarios de decidir en qué y cómo enfocar sus recursos. Incluso, aunque estos sectores son considerados de importancia estratégica para los gobernantes americanos, su subsidio y regulación no dependen de la voluntad personal de ningún presidente, sino de negociaciones políticas en un marco de instituciones democráticas y predecibles y en dónde la persuasión política prima sobre la voluntad personal.
Sin libertad política no hay seguridad. Existe la falsa creencia de que la libertad y la seguridad son incompatibles. También hay otra falsa creencia de que la seguridad ciudadana es más importante que su libertad. Pero, sin libertad no hay seguridad ciudadana porque la ausencia de la primera deja a los ciudadanos -empresarios, religiosos, trabajadores, estudiantes, mujeres, niños, o quien sea- a merced del arbitrio injusto de quienes detentan la fuerza pública. Es decir, la incapacidad de los ciudadanos de criticar y oponerse a lo que consideran derechos o acciones injustas por parte la fuerza pública aumenta el riesgo de que esta fuerza sea usada en contra de ellos de forma impredecible e injusta. La priorización de las políticas de seguridad y del aumento del uso de la fuerza pública en contra de los ciudadanos por sobre el principio de libertad permitió el asesinato y persecución masiva de campesinos e indígenas de Guatemala, sin que hubieran garantías para la seguridad física de los perseguidos y para que recibieran un juicio justo. La supuesta seguridad de Rusia ha dependido de la eliminación legal de los principios y procesos para defender a los ciudadanos en contra de la acción pública antojadiza. El resultado ha sido la detención injusta de miles de personas y sin que mediaran procesos que los salvaguardaran del abuso público y sin que se puedan denunciar estos abusos.
“Sin libertad política no hay libertad económica. Sin libertad política no hay seguridad.”
Escribo estas ideas con cierta premura, pero, a pesar de ello, intenté redactarlas lo más claro y correctamente posible, sin errores. Sin embargo, no son tuits a los que le tengan que dar “like” o “dislike”, ni tampoco son ideas escritas en piedra y que trate de imponerles. Mi deseo es únicamente que sirvan como puntos a partir de los cuales reflexionar y abrir una discusión pública sobre qué es el liberalismo guatemalteco y cuál debe y puede ser su aporte al desarrollo del país.