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¿Habrá moratoria minera?
Vaclav Masek
Artículo originalmente publicado en EP Investiga el domingo 14 de abril de 2024.
Ojalá que sí tengamos una moratoria minera en Guatemala.
El Ejecutivo ya la busca, pero una moratoria para la minería necesitaría aprobación del Organismo Legislativo. Hasta ahora son ya tres diferentes iniciativas propuestas en el Congreso que contemplan una moratoria entre dos a menos de diez años a la minería de minerales metálicos como el oro, la plata y el níquel. La nueva cartera del MEM ya había anunciado una revisión de las últimas licencias otorgadas, posteriormente revisando los resultados de las inspecciones que se han efectuado con el fin de asegurar el cumplimiento apropiado. Tras indicios de corrupción detectados en el sector energético, el MEM estaría reevaluando costos y beneficios del extractivismo, para establecer qué tan sostenible ha sido en lo ambiental, social y económico, así como los beneficios que ha dejado al país. Al MARN, por su parte, le tocará mostrar una postura clara en el caso de la mina en Cerro Blanco, revisando si la resolución administrativa cumplió con los requisitos legales. También tendrá que abordar con El Salvador las implicaciones en la cuenca fronteriza que puede tener el proyecto minero en sus ríos.
Hay precedentes para ser optimistas con la factibilidad de la moratoria. En 2017, El Salvador se convirtió en el primer país del mundo en imponer una prohibición a nivel nacional a toda la minería metálica. La Asamblea Legislativa aprobó la prohibición con 69 de los 84 votos a favor. La preocupación por el menguante suministro de agua potable en un país densamente poblado, además de los riesgos ambientales que plantea la minería de metales, que utiliza grandes cantidades del recurso hídrico y productos químicos tóxicos como el cianuro impulsó la prohibición.
“Hay precedentes para ser optimistas con la factibilidad de la moratoria. En 2017, El Salvador se convirtió en el primer país del mundo en imponer una prohibición a nivel nacional a toda la minería metálica.”
El escenario que creó las condiciones para la prohibición se produjo tras una larga disputa entre el gobierno y la empresa minera que había solicitado un permiso para una gran mina de oro. Después de que el gobierno rechazó el permiso, la empresa presentó una demanda, pero finalmente perdió el caso, lo que generó una mayor presión pública para que se prohibiera la minería, una industria cuya principal y primera víctima es el agua. La presión pública y el apoyo de los movimientos sociales fue fundamental. Hubo un amplio apoyo popular a la prohibición de la minería en El Salvador, particularmente de la influyente Iglesia Católica y de movimientos ambientalistas de base.
Priorizar la protección ambiental sobre los intereses mineros tomó tiempo. Al final, el gobierno decidió proteger el medio ambiente y los recursos hídricos del país por encima de los intereses económicos de la industria minera. Esta decisión fue vista como una victoria histórica para el movimiento ambientalista en la región. Hasta la fecha, Costa Rica, Argentina y Panamá son los otros países latinoamericanos que han establecido restricciones a la minería, aunque sus restricciones son mucho más limitadas que la prohibición de El Salvador. Ojalá que la moratoria sume a Guatemala a la lista.
El espejo de Argentina
Hugo Maúl
Artículo originalmente publicado en EP Investiga el lunes 15 de abril de 2024.
Dentro de los anuncios que hiciera el ministro de Economía de Argentina, dos días después de la toma de posesión de Milei como presidente resalta el siguiente: “No se licitará obra pública y se cancelan aquellas que no hayan comenzado. Caputo lo definió como “uno de los principales focos de corrupción del Estado” y agregó: “Con nosotros eso se va a terminar”. Hace menos de dos semanas, en su disertación en el International Economic Forum of the Americas, Milei se mostró muy complacido de su Plan Motosierra contra la obra pública, especialmente porque “eliminamos la obra pública de cuajo, algo de lo cual estoy profundamente orgulloso, siendo que la obra pública es una gran fuente de corrupción, de robo, a la cual me imagino que toda persona de bien debiera oponerse”.
Tener un objetivo claro y una estrategia bien diseñada no garantiza el éxito en este tipo de asuntos, menos en un tema como la construcción de obra pública en donde existen tantos intereses creados; en donde la política y los negocios se mezclan de formas opacas y peligrosas; en donde la corrupción resulta ser el lubricante que aceita la maquinaria estatal; y en donde se comprometen multibillonarias cifras de fondos públicos.
Aunque muy pronto para saber si Milei logrará alcanzar su objetivo, no queda duda que en este tipo de asuntos siempre es mejor tener un objetivo claro y simple, que uno difuso y complicado. Dentro de algún tiempo podrán decir que Milei fue demasiado intransigente con su objetivo, que debió haber adoptado una postura más conciliadora, que no debió haberse limitado a una sola opción. Como sea que el experimento resulte, de lo que no se puede criticar a Milei es de tener sus objetivos claros. Para hacer frente a problemas perversos como los que afloran en la construcción de obra pública en países subdesarrollados, con débiles Estados de Derecho, debilitado y cooptado servicio civil, poderosos intereses políticos regionales (los gobernadores, en Argentina), inexistentes sistemas de planificación y evaluación de las inversiones públicas, corrupción generalizada y litigiosidad exacerbada, se necesitan tener objetivos claros, estrategias bien diseñadas, capacidad de adaptación, pragmatismo, decisión y buena fortuna.
“Como sea que el experimento resulte, de lo que no se puede criticar a Milei es de tener sus objetivos claros.”
Independientemente de la opinión que uno tenga del actual presidente argentino y qué tan identificado se sienta con su particular visión económica, lo que no puede negarse es que Milei tiene claro su objetivo en esta materia. El plan detallado de acciones diseñadas para alcanzar ese objetivo, la estrategia, puede adoptar muchas formas distintas. Lo importante es que, dada la simplicidad, claridad y posibilidad de medición y seguimiento del objetivo central, es mucho más fácil meterse en un “laberinto cuya estructura está concebida para desconcertar a quien intenta penetrar en él”, como diría Borges.