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Las máquinas de Deleuze
José Rolando Gálvez
Bajando una colina en bicicleta, mientras la cadena redobla su agudo ritmo, me paro sobre los pedales y pienso que vuelo. El viento sopla mi cara y se vuelve ensordecedor mientras la velocidad aumenta. La bicicleta me lleva rápidamente pendiente abajo. La bicicleta es una máquina en la medida que le utilizo correctamente. Al interactuar con otra máquina, en este caso, mi cuerpo, la bicicleta me transporta por el mundo y me lleva a ver paisajes, me lleva al trabajo, o me lleva a un café; ambos nos realizamos. Stephen West, anfitrión del podcast Philosophize This! (¡Filosofa Esto!), explica que Gilles Deleuze, el filósofo francés, proponía que muchos procesos en el mundo pueden ser comprendidos como interrelaciones entre máquinas. Una bicicleta se convierte en una máquina, y deja de ser un objeto inerte, cuando comienzo a pedalear y me ayuda a llegar a otros lugares. Yo me ejercito bicicleteando. Como resalta West, para Deleuze las máquinas son objetos que, cuando se conectan a otros, hacen realidad la función para la cual fueron creados.
“Una bicicleta se convierte en una máquina, y deja de ser un objeto inerte, cuando comienzo a pedalear y me ayuda a llegar a otros lugares.”
La computadora, una de las muchas máquinas que inventamos en el siglo XX, llegó a casa a finales de los ochenta. De niño la vi cual ovni aterrizando, mientras mi padre la sacaba de su caja. El aparato me asombró y me asustó. La encendimos y la pantalla mostró números y letras naranja, típicas de monitores ámbar de la época. Mientras el CPU hacía un ruido intenso y sacaba aire tibio por sus ventiladores, la computadora permitía escribir en un procesador de palabras o jugar juegos sencillos. Uno grababa poca información en diskettes gigantes. Curiosamente, la intrigante máquina rápidamente adquiriría una posición especial entre el resto de los aparatos del hogar. Hoy, nuestra asociación con las computadoras es profunda. Desde escribir a amigos en todo el mundo hasta estudiar lenguajes, hoy podemos aprender a tocar instrumentos musicales o desarrollar una carrera profesional a través de computadoras. Actualmente, unas líneas de código pueden responder millones de interrogantes sobre problemas económicos, demográficos y comerciales. De la misma forma que hoy podemos ver más galaxias en el espacio usando mejores máquinas como los telescopios, hoy también podemos desarrollar ‘imágenes’, diagnósticos y propuestas más precisas sobre lo que ocurre en el mundo de lo social a través de datos. En lugar de dar batalla ideológica, hoy es más importante ser pragmáticos y cuestionar nuestras perspectivas, probando hipótesis usando todas las herramientas a la mano, entre ellas, la estadística, la programación y las computadoras. Ya se han evidenciado muchos beneficios prácticos del análisis de datos cuantitativos para evaluar y predecir nuestro comportamiento social en el tiempo.
La obtención, análisis, y mantenimiento de datos representa un insumo esencial para el desarrollo económico e institucional de muchas sociedades. Dicho proceso debe ser dinámico y completamente transparente para que tenga sentido. Una bicicleta, es una máquina que, si no le damos mantenimiento o le usamos imprudentemente, nos castigará con el desbalance y el pavimento. Los datos en nuestra sociedad también son máquinas que debemos usar y mantener correctamente y así, convertirlos en un insumo poderoso con potencial de resolver nuestros problemas. Actualmente, existen maneras de medir la ‘veracidad’ de narrativas y propuestas, evidenciando su efectividad en la historia. Los datos tienen la habilidad de resolver ineficiencias e injusticias producidas por la descoordinación o el conflicto sin necesidad de acusarnos, sino construyendo a través del diálogo científico. Desde resolver el tráfico hasta el empleo, debemos dirigir atención al análisis de datos con el fin de corregir nuestros problemas sociales concretos.
Los datos nos pueden dar una perspectiva de análisis más objetiva que propuestas originadas en tribalismos ideológicos que típicamente se reducen a insultos como único recurso para defender posiciones particulares. Usar resultados estadísticos adecuadamente brinda profesionalismo y objetividad a propuestas y les exige un grado de compromiso intelectual. Las estadísticas sociales pueden darnos una prescripción estimada, aproximada y matizada de lo que nos pasa, empujando una visión objetiva, criticable y mejorable. Podemos cambiar metodologías, pero una vez acordamos una, el dato logrado a través de esta es unificador. Los datos sobre nuestro desarrollo se deben mantener, valorar y cuidar a modo de mantener los nexos entre nuestras estimaciones y su utilidad práctica. Los datos pueden asociar instituciones, brindándoles mecanismos para establecer metas, medir resultados y consecuentemente, alcanzar un propósito legítimo. A nadie le sirven los datos falsos, inflados o mal recolectados. Por otro lado, los datos completos, consistentes, y comparables pueden ser una máquina poderosísima que nos puede ayudar a identificar estrategias de desarrollo efectivas.
“Los datos sobre nuestro desarrollo se deben mantener, valorar y cuidar a modo de mantener los nexos entre nuestras estimaciones y su utilidad práctica.”