Luego de unas merecidas vacaciones de media año, estamos muy felices de participar en las columnas dominicales de EP Investiga.
En este boletín, les compartimos los textos publicados en la sección de Opinión.
Plumazos aglutina las voces guatemaltecas que producen análisis crítico. Conoce más sobre los columnistas de opinión en nuestro website. No te pierdas ninguna actualización y apúntate al boletín semanal que te llegará a tu bandeja de entrada todos los domingos.
Creando un Espacio Vital
Jose Luis Moreira
Artículo publicado originalmente en EP Investiga el domingo 14 de julio de 2024.
«En el espacio del poder, el poder no aparece como tal, sino que se disimula bajo la […] organización del espacio«.
Henri Lefebvre, La producción del espacio
Aún en el privilegio, es difícil para la condición miguateca no evocar con asombro la considerable cantidad de pasos que se caminan turisteando en alguna ciudad de Europa. Asombro, porque esta condición entiende a la actividad del caminar como un mero loisir propio del turismo, y que expira una vez se aterriza de vuelta en La Aurora. Al retorno en la normalidad guatemalteca, el carro reconquista la actividad de las piernas y el tráfico mutila horas al día, cada uno de los días.
La falta de imaginación y la monocromía que caracteriza nuestro discurso político nos malacostumbra a apelar a la coyuntura para explicar el hecho que nuestras existencias transcurran tanto tiempo en pequeñas celdas de metal, tabla-yeso y block. Sin embargo, la falta de este espacio, que aquí nos arriesgaremos a llamar espacio vital, nunca ha sido una mera consecuencia de nuestras limitadas opciones político-electorales. Tampoco se debe a falta de fundamentos tecnológicos: en las ciudades, la humanidad ha podido mejorar su nivel de vida a través de mejoras en salud pública, la densificación poblacional genera eficiencias y nuevas actividades económicas basadas en servicios, así como nuevas actividades culturales.
El abordaje del problema demanda entonces innovaciones conceptuales en lo político-discursivo. Necesitamos, como se me ha dicho en estos días, “pensar fuera de la caja”.
Para empezar, está la cuestión de conceptualizar un bien público. Un santo grial en el repertorio político miguateco. La comodidad que provee el atajo mental de pensar dicotómicamente, entre lo privado (à la feudo latifundista) y lo estatal (à la Unión Soviética) limita el espectro donde la mayoría de bienes y servicios propios de una ciudad para vivir se encuentran. El mantenimiento y construcción de calles amplias libres de obstrucciones, sistemas de drenajes y alcantarillados, la limitación del ruido y los cielos sin contaminación visual son todos bienes públicos que demandan un nivel de abstracción política que va más allá de creer que todo lo que no sea una finca cercada o un condominio con garitas es colectivización de la vida pública.
“La falta de imaginación y la monocromía que caracteriza nuestro discurso político nos malacostumbra a apelar a la coyuntura para explicar el hecho que nuestras existencias transcurran tanto tiempo en pequeñas celdas de metal, tabla-yeso y block.”
Además de reconocer su existencia y su posibilidad, es necesario también una reflexión en torno al diseño institucional que permita la creación y mantenimiento de bienes públicos. Por ejemplo, en el caso de la construcción de grandes avenidas para facilitar la movilidad de los ciudadanos, es necesario que exista un marco normativo que regule la cesión de suelo para la apertura de nuevas vías, la protección de zonas verdes y la preservación del patrimonio arquitectónico. La libertad de los propietarios para disponer de sus terrenos debe estar sujeta a consideraciones de interés público, como la accesibilidad, la seguridad vial y la calidad ambiental. En este sentido, la propiedad privada no puede ser entendida como un derecho absoluto, sino como un derecho condicionado por el bienestar colectivo y el interés general. Sin embargo, también es imprescindible que el interés general sea bien representado a través de decisiones emanadas desde la institucionalidad democrática del Estado y no reivindicaciones aisladas que traicionarían este balance de derechos al cual se está apelando. Una suerte de paradoja lockeana: la limitación prudente y racional del derecho absoluto de la propiedad privada gesta nuevas formas de libertad en la vida moderna.
La administración de nuevas formas de administrar y pensar los bienes públicos también requiere de otra forma de concebir la relación económica entre el Estado y sus ciudadanos. Herencia de esa nociva lógica transaccional en la cual se ha enmarcado el diseño institucional desde los 80s, los impuestos se piensan como una “contraprestación de servicios”, donde el ciudadano paga por recibir “algo” a cambio. Una vez más, esta lógica limita pensar, por ejemplo, que toda la institucionalidad requerida para potencialmente tener una ciudad con bajos niveles de contaminación auditiva y visual cuesta dinero, y que no es un “servicio” fácil de conceptualizar como tal como si lo puede ser tener agua potable en los hogares. Concretamente: la moral fiscal debe ser emancipada de esa lógica transaccional y para así empezar repensar los marcos de finanzas municipales que permitan el financiamiento de bienes públicos.
“ Concretamente: la moral fiscal debe ser emancipada de esa lógica transaccional y para así empezar repensar los marcos de finanzas municipales que permitan el financiamiento de bienes públicos.”
Finalmente, la vida densa en ciudad también requiere de nuevas nociones de coexistencia y de reconocimiento del otro. No hay otra experiencia tan formativa en vida republicanos como el compartir transporte público y ver al rostro a personas que nunca uno habría visto en existencias que van de centros comerciales y a los “nos reservamos el derecho de admisión”. Allí podríamos empezar a denazificar la ciudad y crear nuevos espacios vitales.
Todo lo que nos ha llevado hasta acá: cuatro libros para entender el país
José Javier Gálvez
Artículo originalmente publicado en EP Investiga el domingo 21 de julio de 2024.
Al mismo tiempo que escribo estas líneas, la exfiscal Virginia Laparra anuncia su exilio, siguiendo la sentencia condenatoria en su contra que operó como venganza personal de aquellos a los que denunció e investigó en su momento. El tiro de gracia de los patos a la escopeta me ha entristecido muchísimo, especialmente porque me cuesta dimensionar qué cosas nos han llevado a tener todo un aparato institucional de cobranza de vendettas y criminalización de enemigos que se hace llamar sistema de justicia.
El país que avaló la salida al exilio de Virginia Laparra es el mismo que expulsa todos los días a miles de guatemaltecos en búsqueda de una vida que hoy no pueden tener acá. ¿Qué cosas han sucedido que nos convirtieron en un país que arranca a sus hijos de la tierra y los expulsa? ¿Por qué este no es un país para vivir?
Con apenas unos días de antelación al exilio de Laparra, finaliza la Feria Internacional del Libro en Guatemala, efímera meca de la lectura en el país. Un evento cultural que atrae a miles alrededor del acto formativo por excelencia (la lectura), es una ocasión ideal para revisitar nuestra historia y nuestro contexto, para estudiar todo lo que nos ha llevado hasta acá.
El contexto actual nos exige lecturas furiosas, críticas e incisivas para desentrañar nuestro pasado, cuestionar nuestro presente e imaginar nuestro futuro. Todo presente es un llamado urgente a reacomodar nuestros pasos, y este, particularmente, nos interpela sobre la dirección en la que labramos el camino.
Porque no podemos labrar un camino sin saber a dónde queremos ir, es preciso que sepamos dónde estamos y cómo hemos llegado acá. Por eso, y para adicionar algunas recomendaciones a las abultadas listas de pendientes que han quedado luego de la FILGUA, propongo algunas lecturas que estoy convencido que evalúan con ojo crítico el país que hemos ido construyendo.
La primera recomendación es Las élites industriales en Guatemala de Paul Dosal. En esta obra, Dosal traza la evolución de las élites económicas del país desde finales del siglo XIX hasta finales del siglo XX. Es un examen minucioso del proceso de adquisición de influencia política y económica por parte de estos grupos empresariales que, aún hoy, mantienen considerables cuotas de poder.
La visión crítica y profunda de las dinámicas económicas y políticas que han moldeado Guatemala permite entender el ascenso y la consolidación de las élites industriales, así como la construcción de las estructuras de poder y desigualdad que persisten hasta nuestros días.
En su libro Colonialismo y Revolución, el sociólogo Carlos Guzmán-Böckler ilustra cómo las estructuras de explotación y opresión establecidas durante el período colonial han persistido a lo largo de los siglos, resalta los esfuerzos de la breve experiencia de la Revolución del 44, identifica la brutalidad con la que el estado ha respondido a las demandas de cambio, especialmente durante el Conflicto Armado Interno y estudia el origen de la identidad “ladina” como un esfuerzo de apartarse de lo indígena y asemejarse a lo europeo.
La perspectiva histórica que proporciona el libro resulta indispensable para entender las profundas raíces de los problemas sociales, económicos y políticos de Guatemala.
Además de entender las dinámicas de las élites empresariales y las estructuras de opresión, para entender la construcción del estado guatemalteco moderno en la posguerra vale la pena leer Undermining the State from Within: The Institutional Legacies of Civil War in Central America (Socavando el Estado desde dentro: las herencias Institucionales de la Guerra Civil en Centroamérica) de Rachel Schwartz.
Schwartz realiza un estudio sobre las dinámicas de las élites que han socavado las instituciones desde dentro, que permite comprender mejor los desafíos que enfrenta el país sobre gobernabilidad, justicia y desarrollo económico. El libro hace un análisis detallado del funcionamiento de la corrupción sistémica y del debilitamiento de las instituciones desde los procesos de construcción del estado.
Finalmente, propongo la lectura de The Guatemalan Military Project: A Violence Called Democracy (El proyecto militar guatemalteco: una violencia llamada democracia), de Jennifer Schirmer. La autora estudia las dinámicas de poder militar en Guatemala y sus efectos a largo plazo en la sociedad, haciendo un recorrido por las profundas raíces de la violencia estatal y el impacto de la justicia por las graves violaciones a derechos humanos del pasado. Además, propone una crítica aguda de la relación entre militarización y democracia, cuestionando las narrativas que justifican la violencia estatal como un medio para preservar el orden democrático.
De estas cuatro lecturas he obtenido siempre dos cosas: muchas preguntas sobre el país en el que vivo y una claridad reveladora sobre las fuerzas que han moldeado nuestra realidad. De esas inquietudes resulta la necesidad imperiosa de hacer que las cosas cambien. Llenar nuestra mente de preguntas es un compromiso valioso, un acto silencioso de rebeldía intelectual. Como canta Gil Scott-Heron, “The revolution will not be televised.”