La política no lo es todo, pero está en todo. En el caso de Guatemala, la creciente politización de asuntos cotidianos ha alcanzado proporciones alarmantes. Desde la administración de calles hasta la asignación de recursos durante las épocas electorales, la política ha permeado todos los aspectos de nuestra vida. Esta tendencia nos ha llevado a un punto de no retorno, donde la política se ha convertido en la única herramienta para abordar nuestras inquietudes.
Lo más preocupante de esta situación es que a menudo no podemos identificar las deficiencias en nuestras instituciones hasta que se vuelven demasiado evidentes. Sólamente cuando nos encontramos en medio de una crisis, como la que actualmente vivimos, las consecuencias de dejar que los asuntos administrativos sean manipulados por intereses políticos saltan a la vista. En momentos como este, nos preguntamos quién asumirá el próximo mandato en medio del caos, pero la verdadera pregunta debería ser qué tipo de instituciones queremos que existan para gestionar nuestras necesidades y resolver los problemas que enfrentamos.
“La verdadera pregunta debería ser qué tipo de instituciones queremos que existan para gestionar nuestras necesidades y resolver los problemas que enfrentamos.”
No se trata de desvalorizar el papel de la política, ya que desempeña un papel crucial en la toma de decisiones y la representación de los ciudadanos. Sin embargo, no debemos depositar todas nuestras esperanzas en la política como la única solución. Necesitamos administradores competentes que puedan hacer que nuestras instituciones funcionen de manera efectiva, independientemente de quién ocupe el poder. Si realmente deseamos abordar los problemas que enfrenta nuestra sociedad, debemos ser conscientes de las deficiencias en nuestro sistema político y administrativo.
La infección en nuestro sistema político está en un punto crítico, pero también nos brinda una oportunidad para abrir los ojos a la complejidad de la situación y comenzar a comprender por dónde debemos iniciar para implementar los cambios necesarios. Es fundamental reconocer que el poder para cambiar el estado de cosas no solo reside en los líderes políticos, sino también en quienes gestionan la cosa pública. La política es una parte del rompecabezas; si queremos lograr un cambio significativo, debemos mirar más allá de los rostros en el poder y enfocarnos en fortalecer nuestras instituciones.