Mitos, Pareidolias y Poder: Inteligencia Artificial e Ignorancia Real
José Gálvez analiza el auge de la IA en el ámbito creativo.
A simple vista, cualquier tecnología nueva nos parece misteriosa, mágica e incomprensible, por lo que la mitificamos. Una vez entendidas, podemos usar tecnologías para explorar el mundo, hacer arte, curar enfermedades y hasta conocer mejor nuestra propia humanidad. En la actualidad, la producción de arte, el análisis de datos, escribir ensayos y en general, cualquier problema que se deba resolver de manera inversa, se puede solucionar sin mayor costo a través de la inteligencia artificial (IA). Es una propuesta prometedora. Sin embargo, históricamente se ha dirigido la innovación y el desarrollo tecnológico hacia ejercer un mayor control sobre otras personas, en lugar de perseguir el ideal de una sociedad que dignifique la humanidad de todos. No se logra, de esta manera, una integración económica global que garantice el bienestar común y satisfaga necesidades reales de individuos.
“Históricamente se ha dirigido la innovación y el desarrollo tecnológico hacia ejercer un mayor control sobre otras personas, en lugar de perseguir el ideal de una sociedad que dignifique la humanidad de todos.”
El tipo de “colaboraciones” sintéticas que hoy se pueden realizar a través de la IA se ve reflejado en muchos ámbitos sociales, desde la producción de música, películas, pintura y literatura, hasta encontrar soluciones de problemas matemáticos complejos. Esto demanda conocer cuáles son los correctos mecanismos de aplicación de esta herramienta, orientando esfuerzos a su desmitificación y apuntando hacia su regulación en dirección del beneficio social que ésta pueda proveer. El fallar en manejarle apropiadamente puede llevarnos a distopias terribles: desde limitar la creatividad del hombre y su libertad de acción en la búsqueda de soluciones efectivas a problemas, hasta una autodestrucción total apocalíptica debido a una adolescencia tecnológica inmadura mal administrada.
De acuerdo con Jaime Altozano, músico y educador en YouTube, en el fondo, la IA explota el concepto de pareidolia. Una pareidolia sucede cuando una mente creadora o una red neuronal artificial, utiliza y combina materiales pasados, para generar otras innovaciones, creaciones u objetos; algo como cuando encontramos una figura zodiacal en un conjunto de estrellas. La IA dibuja la constelación. David Kestenbaum resalta que una IA como GPT4 ha sido desarrollada con el fin de producir pareidolias lingüísticas, que le permiten a una computadora completar ideas concretas usando principios simples: estadísticamente, asigna la palabra que continúa después de otra palabra ya escrita, dada una muestra gigantesca de escritos pasados. Principios básicos, con suficiente poder computacional que ahorre tiempo, generan resultados sofisticados de la misma manera que la evolución, en millones de años, ha producido organismos complejos bajo reglas simples: aquellos organismos con alelos que produzcan fenotipos inadecuados morirán antes de reproducirse.
No obstante, sin regulación y normas claras que garanticen su adecuado uso, la tecnología puede ser mal utilizada a través de manipularle con miedo e ignorancia. De acuerdo con Nina Schick, autora del tema, actualmente existen dos consensos sobre el desarrollo de la IA: por un lado, su innovación avanza rápidamente. Por otro lado, el desarrollo de la IA resalta la importancia de confirmar la integridad de la información original; Es decir, la IA resalta la necesidad de distinguir lo virtual de lo real. Jaron Lanier, programador, músico y autor, propone que la IA debe ser comprendida como una herramienta. En contraste con desarrolladores de IAs, como Sebastian Bubeck, que considera que las proezas de esta tecnología son tan grandes que representa nuestro primer encuentro con inteligencias no humanas, Lanier adopta una postura escéptica y pragmática. Lanier resalta que la idea de que la IA sobrepasa la habilidad humana es risible, ya que es como comparar un automóvil con un corredor. Un carro puede viajar más rápido que un corredor, pero, no por esto, afirmamos que es un mejor corredor. Debemos entender la IA, no como una nueva creatura, sino como una herramienta a nuestra disposición, que sirve para hacer mejoras en la eficiencia con la que completamos tareas. Lanier le define como un sistema para generar concordancias entre creaciones humanas, más no la invención de una nueva mente.
“Debemos entender la IA, no como una nueva creatura, sino como una herramienta a nuestra disposición, que sirve para hacer mejoras en la eficiencia con la que completamos tareas.”
El economista Daron Acemoglu indica que el mundo está investigando como utilizar IAs para sustituir trabajadores y así, cortar costos en empresas. Menos atención se les da a potenciales formas de mejorar la experiencia de trabajadores y consumidores a través de ella y consecuentemente, mejorar las condiciones de vida de todos. Para Acemoglu, el problema reside en la pérdida de los valores del Fordismo: Uno no puede rentar infinitamente de la innovación tecnológica ya que, de ser este el caso, al sustituir a todos los trabajadores por máquinas e IA, todas las empresas fracasan al quedarse sin demanda por sus productos, ya que nadie más que los dueños generan ingresos. Ford buscaba que sus trabajadores usaran la tecnología para ser más productivos, generaran mejores ingresos y, de esta manera, tuvieran poder adquisitivo para comprar sus vehículos. La innovación debe darse en conjunto y de la mano con marcos regulatorios que apunten a dilucidar como nuevas tecnologías deben ser destinadas a mejorar la calidad de vida de personas. Para Acemoglu, es preocupante ver que gigantes de la industria continúan dirigiendo la implementación de innovaciones en vías de arruinar nuestro futuro colectivo. Debiésemos estar preocupados, no por la inteligencia artificial, sino por la ignorancia real detrás de la mala implementación de tecnologías que, en lugar de permitirnos ser más humanos, más creativos y productivos, solamente incrementan el poder de unos sobre otros.