Mala Prensa, Pobres Elecciones
Javier Calderón Abullarade sobre la creciente influencia electoral que tienen las redes sociales.
Los medios “tradicionales” escritos de Guatemala carecen de información que permite identificar y decidir quiénes son los mejores candidatos a presidente de la República. Los perfiles, notas de prensa, reportajes y encuestas se centran en tratar de “descubrir” si los presidenciables son o no corruptos o si su “círculo cercano” tiene o no personajes corruptos; también reportan las críticas cruzadas entre ellos; o se enfocan en su popularidad. Y, aunque esta información es importante, de ninguna forma responde a la pregunta: ¿Es tal o cual candidato apto para gobernar bien el país o no? Y tal vez hay una pregunta más relevante detrás de esta: ¿Las leyes y el sistema electoral permite escoger a los mejores gobernantes y legisladores o no?
La prensa escrita profesional está muriendo en Occidente. La migración de anunciantes y lectores hacia las redes sociales y la migración de los anuncios clasificados -de venta de bienes y servicios- hacia plataformas digitales afectó financieramente a los medios escritos “tradicionales”. Ello ocasionó un recorte en la cantidad de periodistas; una reducción en los artículos de investigación; una preferencia por periodistas o reporteros y fotógrafos independientes; un incremento en la cantidad de reportajes o investigaciones que los periodistas deben entregar diariamente; y una mayor dependencia en comentaristas de opinión, que se enfocan en comentar lo que otras personas han dicho y que dan menos relevancia a producir información sobre eventos o datos de lo que está ocurriendo en la actualidad. Ello ha tenido un impacto negativo en la calidad de la prensa escrita que leemos y que no ha sido sustituida por las redes sociales.
Las redes sociales, más bien, han creado un ambiente nocivo para el tipo de información válida, pertinente y racional que necesita una democracia para sobrevivir. Primero, los algoritmos de redes sociales como Twitter o Facebook no favorecen una discusión amplia sobre los temas más importantes de cada sociedad y del mundo, sino que se encargan de clasificar la información que producimos en la plataforma, para solo enviarnos aquella que más nos complazca. Esto también hace que los anuncios que vemos en estas aplicaciones sea más probable que nos interesen y ello a su vez aumenta las ganancias de estas empresas. Pero ello evita que nos topemos con ideas que nos reten, con las que no estemos de acuerdo y a las cuáles amplíen nuestro espectro intelectual político. Lo segundo es que las redes sociales, especialmente Twitter, también favorecen un clima de violencia con respecto a la discusión “pública”, cuando la hay. Los “clicks” y “likes” a los “posts” más agresivos o respuestas agresivas a ciertas ideas, generan un ambiente nocivo para la discusión pública racional y pertinente. El tercer problema es que, a diferencia de la prensa escrita, el objetivo de las redes sociales no es informarnos, sino entretenernos al más bajo costo; y ello tiene como consecuencia que la calidad de la información que recibimos es la más barata, porque la producimos nosotros mismos, sin la calidad de producción de un medio escrito bien financiado y con personal profesional. Como muestra el estudio del Centro Ragnar Frisch para la Investigación Económica, de Noruega, el coeficiente intelectual, la inteligencia, de hombres que nacieron a partir de 1975, en algunos países europeos, ha caído vertiginosamente año con año. Aunque se necesitan más estudios para comprobar la causa, el posible culpable es el aumento del tiempo que estos hombres pasan en línea.
“Las redes sociales, más bien, han creado un ambiente nocivo para el tipo de información válida, pertinente y racional que necesita una democracia para sobrevivir.”
Pero la decadencia de los medios escritos también es palpable en Guatemala. El Periódico, uno de los medios más importantes del país de las últimas décadas, por la calidad de sus investigaciones periodísticas y por el impacto que tenía en la política nacional dejó de existir por falta de financiamiento para funcionar. Un repaso por las notas de prensa de medios como Prensa Libre, República GT, Siglo 21, Plaza Pública o No-Ficción dan cuenta de notas de prensa sobre las elecciones generales en Guatemala que tienen información incompleta, para las cuáles no se entrevista a las personas pertinentes, que no queda clara su pertinencia, sobre temas dispersos y qué parecen ser una extensión más elaborada de las preocupaciones populares sobre los candidatos y no de las necesidades de información para escoger mejor.
El gobierno de la República de Guatemala es el conglomerado más grande del país, tiene más de 13 empresas (ministerios), cientos de miles de trabajadores (maestros, policías, soldados y demás funcionarios públicos), tiene el presupuesto más grande del país (más de US$ 13,500 millones) y tiene que liderar a 18 millones de clientes. Y, aunque falta de honestidad es un grave problema endémico de nuestras élites políticas y el cual tenemos que controlar, no es el único. ¿Tienen los candidatos la capacidad administrativa y los conocimientos operativos para mover este mamut que es el Estado de Guatemala y más aún para solucionar algunos de sus problemas? Por mi parte y con base en la información de los medios escritos actuales, la respuesta es: no lo sé.