Juan Luis Guerra y la 4.40: Güiras, Tamboras y Liderazgo
José Gálvez sobre el músico dominicano.
Mi hermana mayor se sentó a llorar amargamente sobre la banqueta de la calle. Una tormenta inesperada había cancelado la noche de música y baile. Tristísima, se limpiaba las lágrimas mientras miraba frustrada a la portada del cassette de Bachata Rosa, de Juan Luis Guerra. En la foto, Guerra se miraba joven y sonreía con una pose casual y un saco florido de colores pastel. Los colores aludían a las pegajosas y movidas melodías de la Bilirrubina y la poesía guapachosa de Burbujas de Amor que mi hermana se perdería por culpa del estúpido mal tiempo. Desde entonces, me pregunté: ¿qué tendría de especial este influyente músico? Logró hacer llorar a mi hermana, una de las personas más fuertes que conozco y con quien, además, comparto muchos gustos musicales. ¿Qué había en el proyecto de Juan Luis Guerra y la 440 que le hacía tan poderoso? Poco, en ese momento, imaginé las lecciones de liderazgo e inspiración que este músico dominicano me daría luego en la vida.
La carrera de Juan Luis Guerra con la banda 4.40 ha sido un testamento del buen liderazgo en América Latina. Su trayectoria está repleta de muchos logros y premios internacionales, con un titánico bagaje musical y apoyada sobre un equipo con décadas de experiencia. Esta excepcionalidad me hace constantemente preguntar, ¿por qué no hay más líderes como él en este país? ¿Por qué los jefes acá no son tan buenos liderando proyectos como Guerra? Así como el espacio musical de este músico evidencia que personas con talento y preparación pueden elevar a grupos enteros, logrando él que el sonido de la 4.40 diera a conocer su cultura musical por todo el mundo, debemos comprender qué le hace falta a nuestro liderazgo para que nos desempeñemos mejor y logremos elevar a nuestra sociedad.
“Esta excepcionalidad me hace constantemente preguntar, ¿por qué no hay más líderes como él en este país? ¿Por qué los jefes acá no son tan buenos liderando proyectos como Guerra?”
El liderazgo de Guerra y la 4.40 se fundamenta en una innovación importante de la música latinoamericana. Juan Luis Guerra es un filósofo, literato y compositor de jazz graduado de la escuela de música de Berkley, una de las más prestigiosas del mundo. Y aunque luego de sus estudios hubiera podido acomodarse como jefe en cualquier orquesta de swing o trío de jazz en Boston o Nueva York, él prefirió integrar el merengue, la bachata, la salsa, la soca y el mambo, propios de sus raíces caribeñas y África, con géneros como el rock y el jazz de Los Beatles y Charles Mingus. De esta forma, como me lo dijo el Chombo, Juan Luis Guerra y la 4.40 lideraron la renovación de la música latina y africana, recreando lo viejo, fusionándole con influencias internacionales y produciendo un sonido original, alegre y maravilloso.
El liderazgo en una banda de merengue requiere de una conducción inteligente y conocimientos sofisticados. En una banda de rock estándar, hay cuatro miembros. En comparación, cuatro miembros se encargan solamente de la percusión del merengue con la tambora, las congas, el güiro, y los bongos. A ellos se suman al menos dos trompetas y trombones, saxofones, bajo, teclados, guitarras eléctricas y coros. Esta organización requiere de un líder preparado y conocedor de su disciplina, confiable, constante, organizado y humilde, que permita que estos distintos elementos se integren en un esfuerzo armonioso y sostenible; es decir, en un proyecto musicalmente exitoso. Un proyecto así no funcionaría con un capataz. Sobre ello, Guerra dice que él se encarga de las letras y estructuras de los acordes, pero aclara qué, “la percusión, nosotros no arreglamos la percusión, normalmente ni la güira ni la tambora se escriben”. A veces Guerra sugiere una melodía para los vientos, pero es la 4.40 la que con su magia desarrolla el ritmo, prende el fuego y hace relucir sus talentos, brillando en sus canciones. Al centro de su liderazgo, Juan Luis Guerra tiene la humildad de publicar todos sus álbumes dándole crédito a la 4.40, desde 1984, por lo que es casi imposible nombrarles por separado.
Un ejemplo del éxito musical de Guerra y la 4.40 es la canción “El Costo de la Vida”, del álbum Areíto, de 1992. Esta fue la versión en español de la canción “Kimia Eve”, en la que contribuyeron con el músico congolés Diblo Dibala, el compositor original. Esta canción critica la mala economía, la corrupción y las disfuncionalidades de la globalización en América Latina, integrando a la guitarra congolesa de la soca de Dibala. La canción fue tan controversial que su video fue prohibido en varios países latinoamericanos y su la letra nos alerta qué,
El costo de la vida sube otra vez, el peso que baja ya ni se ve.
Y las habichuelas no se pueden comer, ni una libra de arroz ni una cuarta de café.
A nadie le importa que piensa usted, será porque aquí no hablamos inglés…
La democracia no puede crecer si la corrupción juega ajedrez.
A pesar de la censura Juan Luis Guerra y la 4.40 siguen protestando en contra de los problemas e injusticias de la región, desde las dificultades de obtener visas hasta el sistema disfuncional de salud pública. Su música nos recuerda que, en Latinoamérica, juntos le bailamos a nuestras precariedades para enfrentarles con una sonrisa, aunque existan hartas razones para llorar. El músico-filósofo lideró al merengue para ser un vehículo de protesta efectivo. Guerra y la 440 son tan versátiles que, además, producen rock, alabanzas, sensuales bachatas y hasta folklóricos pericos ripiaos.
¿Quién hubiera pensado que un merenguero como Guerra nos habría enseñado el éxito de un liderazgo valiente, humilde y preparado? De él aprendemos que la tiranía déspota carece de liderazgo e innova mediocremente. Sólo con el talento, los ritmos y los tonos tradicionales de la 4.40 pudo Guerra mezclar ritmos latinos, africanos con estadounidenses y europeos. Su preparación y liderazgo le permitieron elevar estos géneros tradicionales de Latinoamérica a éxitos mundiales. Convirtió su influencia cultural en emblemas esenciales de la música dominicana. Hoy, necesitamos más personas de calidad como Guerra, que hagan brillar a nuestros equipos con su liderazgo. Por ello, gerentes, maestros, políticos y hasta autoridades espirituales necesitan aprender del liderazgo de este tipo de artistas y comprender que el éxito organizacional no depende de las órdenes de capataces. El éxito proviene del liderazgo que busca elevarnos a todos.
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