Estirando la Pita Hasta que Aguante
Hugo Maúl analiza la difícil situación jurídico-electoral del país.
“En Guatemala nunca pasa nada.” No importa la naturaleza, gravedad o profundidad de los problemas o crisis que el país afronte, sostiene esta visión, al final todo regresa a la normalidad. Lo mismo de siempre. Algo de razón tiene esta cínica perspectiva de la realidad nacional. Si bien la situación nunca es tan buena para que estén todos contentos, tampoco nunca es tan mala para que todos estén descontentos. Las crisis nunca son tan complicadas como para llevar al país a situaciones de “no retorno” a la normalidad; tan peligrosas que desencadenan una vasta y profunda reestructuración del sistema político, jurídico, social y económico existente. Desde esta perspectiva, la difícil situación política que hoy vive Guatemala se resolverá por sí sola: se celebrará una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados en primera vuelta y el “14 a las 14” alguno de ellos será juramentado como el nuevo presidente del país. Los fuertes movimientos tectónicos que amenazan con destruir los cimientos más profundos de la democracia y el Estado de Derecho no pasarán a más; dentro de unos años serán recordados como “la sal y pimienta” de la consolidación de la democracia en el país. De resultar valedera esta visión de las cosas, aunque sin cambios trascendentales que transformen el país, se salvaría la democracia en Guatemala. Pírrica victoria, pero Victoria al fin.
“Se celebrará una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados en primera vuelta y el “14 a las 14” alguno de ellos será juramentado como el nuevo presidente del país.”
Por otro lado están quienes ven en la más mínima señal de problemas un potencial detonador de los peores escenarios para Guatemala. Como si el país se desplazará siempre “sobre el filo de la navaja”, de manera que la más mínima perturbación tiene el potencial de mover al país fuera de ese precario equilibrio y sumirlo en el más profundo caos. Para quienes acostumbran a ver así las cosas, la crisis institucional que se suscitó a raíz de los resultados de la Primera Vuelta inexorablemente terminará de la peor forma posible: para unos, “volteando la tortilla” y para otros instalándose una dictadura. Todo es cosa de tiempo y que se siga “tensando la pita”. Al igual que con el caso anterior, algo de razón hay en esta perspectiva; la crisis que vive el país, hasta cierto punto, es totalmente inédita en el pasado reciente. No existen puntos de referencia bien definidos en la experiencia democrática contemporánea para entender bien el desenlace que esta podría tener. Ante estas circunstancias, no resulta extraño que muchos consideran altamente probable el peor desenlace posible.
Habida cuenta de estas posibilidades, es importante considerar que el país se encuentra expuesto ya a importantes riesgos sistémicos que amenazan peligrosamente el futuro económico, social y político del país. Según el World Economic Forum, en su Reporte de Riesgos Globales 2023, los principales riesgos existentes en el país, medidos por medio de la Encuesta de Opinión a los Ejecutivos, son los siguientes.
Principales Riesgos que Afronta Guatemala
Desastres Naturales y fenómenos meteorológicos extremos
Colapso de los servicios y la infraestructura pública
Estancamiento Económico Prolongado
Colapso del Estado
Fuente: Tomado del WEF
De particular importancia para la situación que vive el país el segundo y cuarto riesgos, que según la fuente citada se definen así: 2do, inexistencia o quiebra generalizada de los sistemas de seguridad social y erosión de las prestaciones sociales, junto con infraestructuras y servicios públicos no equitativos o insuficientes, incluidos, entre otros, la falta de prestaciones por discapacidad y familiares, así como de vivienda asequible y adecuada, educación pública, atención a niños y ancianos, asistencia sanitaria, sistemas de transporte y desarrollo urbano; y 4to, inestabilidad severa con importancia geopolítica debido a la erosión de las instituciones y del Estado de Derecho, a disturbios civiles internos y golpes militares.
No hace falta ser un experto en cuestiones políticas o económicas para darse cuenta que la situación actual equivale a “jugar con fuego”, dada la peligrosa combinación de riesgos sistémicos a los que está expuesto el país. La crisis actual en nada ayuda a mitigar las causas raíz de la inestabilidad, erosión institucional y del Estado de Derecho y deficiencia en la prestación de servicios públicos e infraestructura. Lo que es más grave, mientras más se prolongue y alargue la crisis política y jurídica que vive el país, más aumentan las probabilidades que tales riesgos terminen por hacerse realidad. En el reino de las “profecías autocumplidas” basta con una creencia o expectativa sobre una eventual situación futura para que el comportamiento de las personas termine provocando los resultados que confirman la creencia original. La incertidumbre reinante, sumada al clima de polarización existente y la desinformación terminan por alimentar todavía más las expectativas negativas que existían de antemano. Una peligrosa situación en que el deterioro de las condiciones materiales, sumadas a los factores psicológicos y sociológicos reinantes, podrían terminar acelerando el colapso del Estado y de los servicios y la infraestructura pública.
En situaciones como la que hoy se vive, a nadie conviene seguir “estirando la pita” hasta el punto que se rompa. Abundan los ejemplos de situaciones en donde una vez se cruzan puntos críticos de “no retorno” los acontecimientos terminan siendo gobernados por “espíritus animales”, demonios ideológicos o fanatismos tribales.