El "inesperado" triunfo de Semilla y el futuro de la democracia guatemalteca
Javier Calderón sobre el éxito del partido en los comicios de junio.
El 17 de mayo del 2009, decenas de miles de guatemaltecos salieron a manifestar por primera vez en la era democrática a las plazas de Ciudad de Guatemala. Demandaban justicia al presidente de la República, Álvaro Colom, por el asesinato del abogado Rodrigo Rosenberg, pero también ante los altos índices de criminalidad que en vivían. Y a pesar del apoyo de actores políticos y económicos tradicionales, el éxito de la movilización se debió a una organización inicial espontánea de jóvenes de clase media, principalmente, por vía de redes sociales y luego de publicado en YouTube el video en dónde Rosenberg acusaba al presidente de su asesinato. Así inicio una creciente participación y lucha política de las clases medias urbanas nacionales en contra de la corrupción de la política democrática y la cuál aún tiene defensores poderosos que no quieren que las cosas cambien.
Esta creciente participación política resultó del crecimiento de las clases medias, de los sectores económicos comerciales y de servicios, de las áreas urbanas y de nuevas generaciones que crecieron en la era democrática. Este contexto permitió que el deseo de estas nuevas actores políticos chocara contra los intereses de corto plazo de políticos y empresarios corruptos y de empresarios tradicionales acostumbrados a buscar sus intereses con dinero. Así, el reciente éxito de los candidatos presidencia y vice-presidencial del partido Semilla, el apoyo empresarial a Sandra Torres y el giro de sus discurso hacia uno de derecha y el intento legal de varios partidos políticos de poner en duda los resultados electorales presidenciales son las batallas que se están dando por curar o mantener la corrupción del quehacer político nacional.
De esta cuenta, el éxito electoral de Semilla fue el resultado necesario ante la exclusión, de buena o mala fe, de candidatos que representaban esta lucha ciudadana en contra de la corrupción y por la justicia. Fue inesperado para quienes redujeron la libertad de prensa y para quienes su ideología o sus acciones legales le parecieron suficiente prueba para sus predicciones. De hecho, tan necesario como el éxito de Semilla fue la derrota de Edmond Mulet, quien en lugar de representar los anhelos políticos de esta nueva clase media urbana, prefirió representar a los de la derecha tradicional y adoptar un discurso político vulgar.
El éxito esperado de Semilla, entonces, creció en los mismo lugares en dónde comenzó su ascenso en las elecciones pasadas: en las ciudades. El 66% de los votos de Semilla está concentrado en los primeros 36 municipios en donde más votaron por el partido, todos urbanos, y entre los cuáles están casi todas las cabeceras departamentales con excepción de Salamá, Flores y Guastatoya, que por su pequeño tamaño aportaron menos al éxito del partido. Inversamente, el 66% de votantes de la UNE está desperdigado en 104 municipios, la mayoría más rurales que urbanos. Es decir, el voto de estas elecciones se dividió entre las áreas urbanas del Centro y del Occidente del país y las áreas rurales del Nor-Oriente, Oriente y de la Costa Sur y a favor de partidos de centro-izquierda.
Los buenos resultados electorales de Semilla y de la UNE también demuestran el desgaste del modelo político de la derecha tradicional de Guatemala. Dos partidos de izquierda pasaron a la segunda vuelta para elegir a presidente y vicepresidente. Los partidos de derecha, algunos con discursos más radicales que otros, pero representando el mismo desprestigio de los últimos gobiernos, ya no son deseables entre el electorado.Y es este último resultado el que ha generado una reacción que, a mi parecer, es contraproducente para quienes la promueven. Por un lado, algunos de los partidos perdedores comenzaron una campaña de desprestigio en contra de unas elecciones que fueron justas y transparentes en lo referente al procesamiento de los votos; además, iniciaron acciones legales para evitar que los candidatos de Semilla pasen a segunda vuelta. Por otra parte, ante su sorpresa, algunos grandes empresarios han decidido apoyar de última hora a Sandra Torres, a quien vilipendiaron durante la última década, y quien ya cambió su discurso para parecerse a lo que hubiera dicho un candidato de derecha tradicional. Estas dos estrategias son claramente contrarias a las expectativas de los crecientes votantes urbanos, quienes aún tiene el potencial de crecer y de darle la victoria a Semilla en agosto.
Para esta nueva clase política urbana su victoria depende del aumento de su activismo político, de que encuentre aliados que financien acciones para defender sus intereses y sus partidos y de que vote por los candidatos que representan sus intereses. Pero también depende de que los políticos, proveedores del estado y empleados públicos corruptos pierdan poder político y en el sistema judicial. Y, para los empresarios que hoy decidieron apoyar a Sandra Torres, su éxito de largo plazo depende de que contraten asesores mejor preparados y que comprendan que hoy, para que sus cosas se mantengan igual, las demás cosas tienen que cambiar. El éxito de Arévalo como presidente se toparía con un Congreso en contra, con una bancada acostumbrada a fiscalizar y no a negociar y con un servicio público corrupto, negligente y desprofesionalizado. Su éxito electoral podría ser fuente de su fracaso político. Pero el apoyo a y posible éxito de Sandra Torres, terminaría de matar el poco prestigio y respeto que los ciudadanos urbanos aún le tienen al gran empresariado guatemalteco.
P.S. Para quienes estén interesados en que trate algún tema en particular en este espacio, por favor escríbanme a javi.abullarade@gmail.com.