Celebramos la democracia y cada quien a su casa
Deby Sical sobre la necesidad de tomar el siguiente paso.
A un mes de la tan esperada toma de posesión, algunos sugieren que deberíamos estar satisfechos con haber salvado la democracia y regresar a nuestros asuntos diarios. Sin embargo, necesitamos extraer lecciones significativas de esta experiencia. Si pensamos que todo ya acabó, estamos mal. Salvar el país y las instituciones es un proceso que apenas ha empezado. Recordemos la frustración que vivimos al sentir que las voces no eran escuchadas por aquellos que decían ser nuestros líderes y velar por el bienestar.
Garantizar canales mediante los cuales las molestias puedan ser escuchadas, no solo en momentos de crisis y sin llegar al límite del descontento social expresado en protestas, debe ser el siguiente paso para que evolucionemos y maduremos políticamente. Parece que nuestro país es una olla de agua hirviendo tapada sin orificios por donde el vapor pueda salir, y explota cada cuatro años, generando inestabilidad y debilidad institucional.
La toma de posesión en sí misma puede considerarse el requisito mínimo para asegurar que seguimos siendo una nación democrática. Este periodo ha sido testigo de un autoritarismo exacerbado que, lejos de ser un motivo para la indiferencia, debería servir como un recordatorio constante de la importancia de proteger y fortalecer nuestras instituciones democráticas.
No podemos permitir que la mera celebración del evento nos haga perder de vista el trabajo que hay por delante. La construcción de la democracia no concluye con la toma de posesión; al contrario, es un llamado continuo a la vigilancia y participación activa para salvaguardar la esencia misma de nuestra sociedad democrática. Si queremos tener estabilidad, debemos sentir que hay maneras de expresar descontento y maneras activas de resolver los problemas; de otra manera, siempre seremos un país inestable. La búsqueda de soluciones sostenibles y la creación de canales efectivos para la participación ciudadana son elementos cruciales para liberar la presión acumulada. Escuchar también es democracia.
“Si queremos tener estabilidad, debemos sentir que hay maneras de expresar descontento y maneras activas de resolver los problemas; de otra manera, siempre seremos un país inestable.”
Una puerta que se abre es el cambio de las prácticas políticas. La vieja política ha alejado a una parte considerable de la población, generando desconfianza y desinterés en participar, entender o formar parte de este ámbito. No obstante, creo que presenciar un cambio en la forma en que se conducen los asuntos puede servir como un atractivo para individuos capacitados y conscientes, instándolos a contribuir. El ejemplo más concreto de esta oportunidad la veo en las siguientes designaciones de gobernadores. Se han visto las postulaciones abiertas a nivel departamental donde muchas mujeres han sido protagonistas e impulsadas por sus propias comunidades a postularse y ser líderes. Los gobernadores son una pieza clave para poder entender las necesidades locales. Su rol es importante para la comunicación del poder ejecutivo al nivel local. Este proceso de selección nunca ha sido tan abierto y hay clara diferencia con el proceso llevado a cabo por Alejandro Giammattei, con los mecanismos que ahora se están usando.
El rechazo a la política obsoleta y clientelar nos brinda la oportunidad de elevar nuestras expectativas respecto a lo que una persona puede lograr desde las altas esferas del poder. En este proceso de designación de gobernadores, debemos recordar que la verdadera esencia de la democracia radica en escuchar y dar voz a las comunidades locales. Garantizar que este proceso sea transparente, inclusivo y orientado a las necesidades reales de la población es fundamental para preservar la salud de nuestra democracia. Así, la verdadera pregunta es: ¿Estamos realmente comprometidos con la democracia o simplemente celebramos eventos simbólicos? La respuesta radica en cómo abordamos la designación de gobernadores y aseguramos que las voces locales no dejen de ser escuchadas.
“La verdadera pregunta es: ¿Estamos realmente comprometidos con la democracia o simplemente celebramos eventos simbólicos?”
Un proceso democrático más abierto debe ir de la mano de la participación de la sociedad civil. La participación ciudadana a nivel local es necesaria. Este es el espacio donde se pone en práctica la democracia; en donde se exponen las necesidades y visiones de desarrollo para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Entender cómo funcionan las comunidades, quiénes las conforman y cómo se toman decisiones determina lo que nuestras comunidades serán. Este es el espacio de construcción de la democracia.